Tengo una historia de amor que contar. Ocurrió hace mucho tiempo, cuando dos personas podían hablar mirándose a los ojos sin interrupciones de whatsapp o de las mil y una alertas de las redes sociales.
Coincidimos en un largo viaje en bus y me tocó en suerte sentarme a su lado. Dicen que los escritores siempre adornan sus relatos para agradar más a los lectores. Confieso que el 99% de las veces que he viajado en cualquier medio de transporte, me ha tocado de todo menos mujeres bellas en los asientos contiguos, salvo excepciones.
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