Una historia de lunares

Tengo un lunar en la punta de mi nariz. Desde entonces, y hace ya mucho tiempo, siempre he pensado en la dicotomía de quedarme en los umbrales interiores o ver un poco más allá.
Mirar al horizonte desde la punta de la nariz puede que tenga sus ventajas. Al menos nos hace más soñadores. En mi caso, me ha permitido sentirme dentro de la impronta de los aventureros que gustan, sin embargo, de emociones moderadas pero interesantes.
Lo que pretendo ahora con este blog es compartir cosas que escribo hacia una dimensión de mayor alcance que no sea exclusividad de familiares y amigos muy cercanos como hasta ahora.
Vivo en estos momentos en París, Francia. Por tanto, la inmensa mayoría de mis historias serán parisinas, francesas o cuando mejor europeas, sin perder el toque de distinción del estilo latino que llevo dentro.

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