La memoria es uno de los enigmas insondables más fascinantes del ser humano. Creo que fue la sensorial, la clave de mi encuentro con La joven de la Perla en el Museo Mauritshuis de La Haya, Países Bajos.

   Como si se tratase de una obra de arte muy cercana y la convicción de que alguna vez, ya había contemplado el cuadro de Johannes Veermer, concebido en 1665.

   Impactante, mucho más de lo que se suponía, por los detalles que convierten a la chica en una imagen fotográfica perfecta, con los colores y componentes estéticos de apariencia moderna. Y luego, al profundizar en el conocimiento, se trata de un óleo sobre tela del siglo XVII que anduvo extraviado durante dos centurias.

   La pintura reapareció en una subasta en La Haya en 1881. Andries des Tombe, oficial de la armada holandesa y coleccionista de arte, la adquirió entonces para impedir que cayera en manos extranjeras. Pagó la increíble suma de dos florines, que equivaldrían actualmente a menos de un euro.

   Vista de Delft, su ciudad natal, y La joven de la Perla, son tal vez los cuadros más reconocidos de Veermer. Sin embargo, su fama fue relativa y necesitó del francés Théophile Thoré, crítico de arte y periodista, quien en el siglo XIX contribuyó al ascenso al máximo pedestal del artista, uno de los mayores exponentes de Países Bajos.

   La joven de la Perla, donada a la Galería Real de Pinturas Mauritshuis en 1902, tiene dimensiones pequeñas, apenas 46,5 cm de alto por 40 cm de ancho. Representa el busto de una joven con el cuerpo de perfil, mientras su cabeza se inclina suavemente y dirige la mirada al espectador.

   Una muchacha de piel muy blanca, ojos grandes y claros, y nariz fina. Labios entreabiertos y relajados, húmedos y brillantes y el detalle sugerente y alegre de la comisura de los labios.

-SCARLETT JOHANSSON

   Con todos estos detalles en cofres de imaginación, la memoria, finalmente, me llevó a la explicación de mi espejismo: Scarlett Johansson, la actriz estadounidense de quien me confieso ferviente admirador por su extraordinaria belleza y depurado histrionismo.

   ¡Tenía que ser! En 2003 fue protagonista de la película La joven de la Perla, de Peter Webber, nominada por cierto a tres Oscar y a dos Globos de Oro y 10 Bafta, dos de ellos para Scarlett Johansson, como Mejor Actriz.

   El turbante azul y amarillo, la gola blanca alrededor del cuello y una chaqueta de tonalidades ocres. Todo con el exquisito detalle de la perla, en debate si era real o la imaginación del pintor, pero, en cualquier caso, la habilidad de Veermer como maestro de la ilusión visual y el efectismo: los espectadores no albergamos dudas de la presencia de un pendiente.

   Barroco en su estilo, algunos expertos creen hallar atisbos de Caravaggio o hasta un punto de inflexión en torno a La Mona Lisa en Veermer. No es un retrato, sino tronie, que significa rostro o cabeza en neerlandés, en este caso, el estudio de una joven doncella con atuendos exóticos.

   Así salí extasiado del museo de Den Haag, como se denomina a La Haya en neerlandés y en el reencuentro con Ilean y Mendi, los amigos de París, surgió la idea de un café y un cannoli de Sicilia.

   Mendi, sin poder contener la gula, se dejó embaucar por el simpático siciliano que nos atendía en Den Haag y aceptó cannolis rellenos de pistacho y nueces, y otros de chocolate y almendras. El disfrute, tropezó con el aterrizaje forzoso de una cuenta más elevada de lo previsto.

   Al final, siempre nos quedaba La joven de la Perla y para mí, además, Scarlett Johansson.