Sólo el espectáculo del traslado e instalación de cada uno de los 66 radiotelescopios instalados en el desierto de Atacama, norte de Chile, revela hasta dónde es capaz el ser humano en la búsqueda del conocimiento.
El Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA) está enclavado a 5,058,7 metros sobre el nivel del mar, en el desierto más árido del mundo, desde hace cinco años. Pero para llegar a lo que es hoy puso a prueba la pericia de la ingeniería, el tecnicismo de los astrónomos y la mística científica.
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