Castañas al fuego

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Champs Elysees


Repetía la frase con frecuencia y cada cual le daba el significado que quería, pero ninguno de los 20 primos que nos reuníamos en casa del abuelo Idelfonso en Navidad tenía idea de lo que eran castañas al fuego.

Simple, en mi tierra natal no hay castañas ni tampoco el crudo invierno europeo al que estaba acostumbrado mi abuelo español. Así que la primera vez que vi una castaña fue en el Viejo Continente, pero la verdad, su aspecto no me sedujo.

Al final sucumbí a la tentación en una de mis primeras visitas a París. Era Navidad, acababa de aterrizar en la Ciudad Luz -todo machucado después de un vuelo de 16 horas desde Hanoi con escala en Bangkok-, y la frase “Joyeux Noel” se veía por doquier.

Entonces la moneda era el franco francés y los vendedores por lo general extranjeros, probablemente de origen asiático y también africanos. Las castañas al fuego en rústicas hogueras con carbón, montadas en carros de supermercados y el envase, un pedazo de papel enrollado.

Nada ha cambiado. Uno disfruta de las chispas del carbón, del movimiento de las manos de los vendedores y de cómo colocan las castañas muy calientes en el envase de papel, que puede ser hasta de periódicos.

El precio tampoco varió mucho desde el franco hasta el euro: entre dos y cuatro euros el paquete. En definitiva las castañas tienen un sabor agradable pero tampoco son la delicia del milenio. Cuestión de tradiciones.

Toda esta idea me vino al recordar los adornos navideños que tanto disfrutaron hace largo tiempo mis hijos Dalila y Michel en las vitrinas o escaparates de las suntuosas Galerías Lafayette de París, a donde decenas de miles van a mirar y unos pocos cientos, a comprar.

Epoca de Noel como la llaman los franceses. El personaje regordete de barba blanca, vestido de rojo y blanco, con regalos para los niños, se inspira en el obispo cristiano Nicolás, de origen griego, que vivió en Turquía en el siglo IV.

Sin embargo, del obispo Nicolás cuyos vestigios se conservan en la Basílica de San Nicolás, en Bari, Italia, hay apenas pequeños detalles que lo asocian a las costumbres francesas. Porque en realidad Noel, con diéresis en la letra e, quiere decir sencillamente Navidad.

El tema es que al españolizar el nombre, se escribe sin la diéresis y mucha gente piensa que Papá Noel es un estilo galo, en la misma onda de Nicolás o Santa Claus. En una traducción literal sería: Papá Navidad.

-La nieve-

La nieve se apoderó de Europa desde fines del otoño en el ya añejo 2010 y si bien es cierto que provocó más de una “pagaille” (caos, desbarajuste) en los transportes en Francia, el asunto devino drama nacional.

Hace meses en una conversación informal en los jardines de la Maison de l´Amerique Latine de París, diplomáticos latinoamericanos que festejaban el Bicentenario de la Independencia en seis países, se referían a los franceses entre el asombro y la curiosidad.

Tienen un país extraordinario y, no obstante, se las pasan entre huelgas, protestas y debates, como si estuviesen siempre inconformes, comentaba un embajador, mientras otro se aproximaba a las respuestas: quizás es así como han conseguido sus logros.

Concorde, Eiffel


¿Un conflicto por la nieve?. Pues sí y muy en especial en París. Apasionada de las nevadas durante las fiestas de Noel, Francia transformó en críticas su devoción por los copos ante las reiteradas “pagaille”.

-Es una situación del clima cambiante y lo mejor que podemos hacer es intentar ofrecer pronósticos lo más cercano posible a la realidad, dijo un portavoz de Méteo France, foco de la discordia.

Comentaba Pierre Cheisson, gerente de una empresa turística, que en Canadá con 40 centímetros de nieve, los aviones despegan y el tráfico aéreo fluye, con dificultades, pero fluye”, poniendo en tela de juicio la actuación de Aeropuertos de París (ADP) en Orly y Roissy Charles de Gaulle.

Tampoco debió ser muy agradable el trayecto infernal del tren que cubría el tramo Estrasburgo-Port Bou/Niza, de 26 horas, salpicado con 17 grados bajo cero y el blanquísimo paisaje de nieve en los alrededores.

Todo depende con el cristal con que se miren las cosas. Para los viajeros, venir a la Ciudad Luz y encontrarse a Los Campos Elíseos dominados por el albo de los suelos y los árboles desprendiendo copos y preciosas luminarias, es un regalo supremo.

Se disfruta de las esculturas en hielo y las tienditas de Navidad en la parte final de “La plus belle” (la avenida más bella del mundo, como la denominan), hasta llegar a la Plaza de la Concordia, donde se levanta majestuosa la Rueda o Estrella gigante.

Luego en Los Campos de Marte, detrás de la Torre Eiffel, una masa de nieve cubre la yerba y las familias van con trineos infantiles y hasta esquíes para recrearse.

Trocadero


Igualmente, delante de la Grande Dame desde la Plaza de Trocadero hacia abajo, una pista de patinaje sobre hielo -que estuvo inundada de nieve-, y decenas de kioscos de souvenirs y comidas propias de la temporada.

A unos kilómetros de distancia se da el jolgorio más alucinante: en la “butte” de Montmartre, los esquiadores se lo toman muy en serio y se proyectan desde el umbral de la iglesia del Sacre Coeur (Sagrado Corazón).

Los primeros en hacerlo fueron esquiadores profesionales en un acto de promoción de la ciudad de Annecy, candidata a auspiciar los Juegos Olímpicos de Invierno de 2018. Y ya se hizo costumbre, con el añadido de los trineos infantiles y las familias en “picnic” de matices bastante helados.

Entre nieve y luces, París recibe el año 2011 con decenas de incertidumbres relacionadas con las crisis internacionales, pero la urbe no se sonroja para mostrar su belleza, también perceptible en la catedral de Notre Dame, el Hotel de Ville (Ayuntamiento), la Place de Vendome, la Bastilla, Invalides y los puentes del Sena.

3 comentarios en “Castañas al fuego

  1. Y es que las cosas que se convierten en bellas tradiciones van más allá de si son sabrosas, lindas o lo que sea, simplemente son maravillosas por sí mismas, y creo que es lo que pasa con las castañas, ¿no?

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  2. Tengo pensado visitar París, posiblemente este año. Que me recomienda, primavera, verano o invierno?. No le pregunto del otoño porque no me gusta en ninguna parte. Me gustó su escrito.

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    • Ufffff, con esto del cambio climático o la simple evolución del tiempo nunca se sabe. Finales de abril o inicios de mayo es una temporada estupenda, hay calorcito pero no tanto y la ciudad es más bella que nunca. El invierno, si le gustan los adornos de Navidad y las luminarias especiales de París, no está nada mal. Le agradezco su comentario.

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