Después de la sorpresa con los Grand Vin de Glenelly en París, era de esperarse un nivel cualitativo de raigambre en los vinos de Sudáfrica, aunque para los “descubridores” del “último tren” tampoco se trata de un venido a menos.
En más de una ocasión escuché decir al director general de la Organización Internacional del Vino (OIV), el italiano Federico Castelucci, que la producción sudafricana se había integrado sin remilgos con los vitis vinífera de mayor vuelo del mundo.
Para un amor a primera vista con los tintos de excelencia, fue providencial el encuentro con los Grand Vin de Glenelly, en la buhardilla donde Pablo Picasso pintó Guernica de mayo a junio de 1937, a pocos metros del boulevard Saint Michel en pleno Quartier Latin (Barrio Latino de París).
Fue en una deliciosa velada de diciembre de 2010 con el concierto del Cuarteto de la Paz, que con instrumentos de luthiers rinde homenaje a los cuatro Premios Nobel de la Paz de Sudáfrica, Nelson Mandela, Desmond Tutu, Albert John Lutuli y Frederik de Klerk.
El caso es que los Glenelly concitaron elogiosos comentarios de sommeliers franceses por su bouquet, riqueza en su oscuro color, con aromas de casis, especias y una concentración de frescura, elegancia y taninos bien estructurados.
-SELLO SUDAFRICA-
La impronta de los Glenelly sirvió en realidad de pretexto, porque ya en el cuartel parisino de la UNESCO, Sudáfrica ofrecía una vibrante recepción en su Día Nacional del 27 de abril con las excelencias de su cocina y particular acento en las carnes y vinos soñadores.
Stellenbosch es considerada la capital del vino sudafricano. Situada 40 kilómetros al este de la seductora Ciudad del Cabo, es la zona de varias de las bodegas más prestigiosas de la Nación Arcoiris, casi lo mismo que toda la provincia de Western Cape.
En Stellenbosch, Simonsberg, Kanonkop, Robertson, Durbanville, Paarls, Klein Karoo y Worcester, se pudiera hablar de un porcentaje de producción en el orden del 40 por ciento Shiraz, 39% Cabernet Sauvignon, 14% Petit Verdot, 7% Merlot, sin olvidar los Chardonnay y una de las claves del país, Pinotage.
Como en Argentina la uva Malbec se hizo emblemática, la Pinotage tiene un aire mágico sudafricano. Fue creada por el cruce de la Pinot Noir de la Borgoña con la Cinsault del valle del Ródano. Y el sello Kanonkop tuvo el honor de embotellar el primer Pinotage.
De Stellenbosch hay una tendencia bordolesa en un rosario de mansiones victorianas que compiten con la elegancia de los castillos franceses.
Sugerencias, los Rustenberg, Merriman, Johann Krige (inclinado a la Borgoña), Thelema, los míticos de Constantia Glen, Cape Point Saugvignon Blanc, Graham Beck Sauvignon Blanc, un Rose Garden Vineyards Pinotage, Kanonkop Cadete y Beaumont Chenin Blanc 2003.
Tentaciones se hallan asimismo en los Warwick Estate, el singular Anwilka y para economías modestas, los CoralReef Cape, Porcupine Ridge (cabernet Sauvignon), The Wolftrap (Syrah) y los ascendentes Nederburg, entre otros.
Sudáfrica se incluye entre los 10 primeros productos de vino del mundo y en niveles cualitativos sólo por debajo de de los Top Sixt, Francia, Italia, España, Estados Unidos, Argentina y Chile, y en lidia con Alemania, Australia y otros europeos.
-ANTECEDENTES-
Cuenta con plantaciones que se extienden a lo largo de 100 mil hectáreas y su producción está en el entorno a los 600 millones de litros.
La cultura vitícola sudafricana se afincó en el año 1679 por intermedio del holandés Simon Van der Stell, quien llegó al continente negro con avidez de buscar fortuna y fue el creador de los prestigiosos viñedos de Groot Constantia.
También influyeron en la formación de la después próspera industria del vino, los hugonotes franceses, las raíces germanas y de algún modo el donaire de los británicos.
La curiosidad principal estriba en que fue Sudáfrica el pionero de los vinos en el denominado Nuevo Mundo y más allá de las herencias europeas, creó su propio estilo.
Interesante artículo, al parecer es una tierra bendita, pues hasta el Tequila ha encontrado espacio para producirse allí.
Me gustaMe gusta
Bueno es el pais megadiverso por excelencia en el mundo. Salvo el hecho de ser semiárido (no lo podía tener todo) su naturaleza es envidiable. Son buenos también en vodkas y whiskys.
Me gustaMe gusta
Conozco el vino sudafricano y es en verdad excelente pero no es tan reconocido en el mundo
Me gustaMe gusta
No es tan así. Cierto que sobre todo en hispanoamérica no tiene el espacio que merecería, pero si es reconocido en Europa en muchos lugares. Es como elo vino australiano, muy bueno también, aunque no tan popular.
Me gustaMe gusta