Los besos, como las promesas y los proyectos, quedaron guardados inesperadamente. Las profecías de Nostradamus y los Incas jamás imaginaron que el mundo entraría en parálisis casi absoluta por culpa del nuevo coronavirus.
Así, cada amanecer se antoja la continuidad de una aventura de aristas dramáticas y trágicas que nos mantiene a todos en vilo. Parafraseando a Francois Truffaut en su comedia romántica Baisers volés (Besos robados), de momento hemos quedado a la deriva.
Continuar leyendo