Biarritz, Valerie Donzelli y el cine

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Si el calificativo de fiesta se ajusta a la realidad, entonces Biarritz tiene el bálsamo de todas las virtudes del universo, como cada año cuando se propone, al borde del Mar Cantábrico, abrir las puertas de América Latina con el cine.

Lindo pretexto para esta joyita vascofrancesa, de apenas 29 mil habitantes, vestida de gala con el homenaje al séptimo arte del Nuevo Mundo, también con literatura, fotografía, artesanía, música y hasta lucha libre de México, para resumir que la cultura es un campo infinito de la humanidad.

Pero antes de seguir con ese amor apasionado que tengo por Biarritz, un paréntesis sin desviarme del cine. Desde el Festival de París de 2011, me atrapó La Guerre est déclarée, la valiente propuesta de la joven actriz y directora francesa Valerie Donzelli.

El “Petit miracle” (el pequeño milagro), como la calificara la prestigiosa revista Cahiers du Cinema, acaba de ser inscrita como representante de Francia en los Premios Oscar de 2012, un verdadero honor que refrendaron, entre otros, la excelsa actriz Jeanne Moreau y el delegado general del Festival de Cannes, Thierry Frémaux.

Un largometraje de rupturas, que apuesta por el amor en situaciones límites y es capaz de desembarazarse de recetas plañideras, aún al tratar un tema bastante dramático: la terrible enfermedad de un bebé y las esperanzas de sobrevivir.

No hay nada complaciente en la propuesta de Donzelli a partir de la historia personal con su propio hijo y el padre de la criatura, Jéremie Elkaim, también actor y ex compañero sentimental. Julieta, Adam y Romeo darán un vuelo a la dinámica del lenguaje audiovisual.

Claves de humor, tonos de aventura y la complejidad de las situaciones sin llegar a las asfixia, con ciertas aproximaciones al estilo del maestro François Truffaut. Ya esta chica había dado pruebas de talento con “La Reine des pommes”, a partir de una ruptura amorosa.

-Es lo que para mi es el cine: partir de mi ombligo y hacer un zoom hacia atrás para contar algo más universal: la relación con la educación. El hecho de ser padres y estar confrontados a lo peor que puede ocurrir: tener un hijo entre la vida y la muerte.

-Yo sé que el tema puede despertar miedo en el público, imagínense un asunto tan terrible. Sin embargo, mi película es en verdad un pasaje de amor, de acción, de romanticismo, estimulante, que inspira luz y esperanza.

Hermoso canto a la vida, me atrevería a comentar para igualmente apuntalar los dichos de Valerie Donzelli.

-BIARRITZ-

Pequeña y amistosa, Biarritz se vuelve más anfitriona de lo habitual con el encuentro del séptimo arte en el inicio del otoño. El clima es agradable y las salas de cine permanecen repletas durante la semana que dura el Festival.

Este ambiente termina por hacer milagros. De intercambiar saludos con transeúntes que no son cualquier tipo de turista o visitante, sino de maestros del cine como el mexicano Arturo Ripstein.

Cenar junto al realizador cubano Juan Carlos Tabío y su simpática esposa, o con la argentina Lucía Puenzo, el mexicano Guillermo Arriaga, el colombiano Carlos César Arbeláez y el sorprendente director boliviano Juan Carlos Valdivia, son regalos adicionales.

Luego está Ricardo Darín con sus Nueve Reinas, El hijo de la novia y la oscarizada El secreto de sus ojos; los Luis Sepúlveda, Leonardo Padura, Paco Ignacio Taibo II, Alberto Ruy Sánchez y una estela de autores reconocidos.

El Palacio de la playa, conocido como Hotel du Palais, sede de los jurados al amparo del toque de la historia. Fue mandado a construir por Eugenia de Montijo en 1854, la esposa de Napoléon III, de hecho considerada madrina de Biarritz.

Para la ocasión del 2011, el sabor argentino invadió la ciudad. Desde el propio Darín hasta una cadena de películas entre las cuales Las Acacias, de Pablo Giorgelli, salió bendecida, para refrendar el lauro obtenido en Cannes con la Cámara de Oro.

De tangos, el cofre intimista de Giorgelli en su obra dominada por los intercambios de miradas, silencios y secretos en una relación impuesta por las circunstancias, en la cual cada parte hace gala de esta ternura que lleva adentro.

El siempre importante premio especial del jurado a Porfirio, de Alejandro Landes (Colombia) y no menos relevante, del público a la cubana Boleto al Paraíso, de Gerardo Chijona.

Al igual que en el Festival de París, el sindicato de la crítica se inclinó por la cinta mexicana de la argentina Paula Markovich El Premio, una historia de la dictadura a partir de los recuerdos de la propia directora de su niñez.

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