
Le Procope
París.- Ernest Hemingway tenía la costumbre de andar a buen resguardo de tentaciones parisinas, que consideraba “pruebas divinas”, frente a las cuales sus bolsillos temblaban. “Cuando éramos muy pobres y muy felices …”.
En una de sus tantas descripciones brillantes de París, repara en los detalles de la bondadosa generosidad de dulcerías, panaderías y restaurantes, con un poder de seducción rebosante en voluptuosidad de aromas y sabores.
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