Canguros y koalas son como la primera sensación que se busca apenas tocar suelo australiano. Luego llegan las postales extraordinarias de una ciudad como Sydney que aún en su lejanía, deja recuerdos inolvidables para el viajero.
Vincenza y Martin fueron dos amigos que me hicieron comprender de una vez el carácter multicultural de Sydney. Una italiana consagrada a la danza de ritmos latinos y un músico británico con pasión por la salsa y el son. Australianos al fin y al cabo.
Pero trasladarse a la Isla-Continente desde el Caribe supone una travesía que sin dudas resultó un reto a las aventuras de Marco Polo. Una historia de husos horarios ya contada en este blog que marcó para mí la inexistencia del 2 de septiembre del año 2000, como puede verse en: https://faustotriana.com/2009/09/07/marco-polo-perdido-en-australia/
De canguros, ya había probado su deliciosa carne en un hotel francés en Phnom Penh, capital de Cambodia, a pesar de la resistencia de la amiga Lola. En Sydney formaba parte del menú en los suculentos Brunch (Breakfast and Lunch) que ofrecían los excelentes anfitriones en la Villa de Prensa de los Juegos Olímpicos del año 2000.
También teníamos algunos retozones a pocos metros de la instalación hotelera, donde no fue difícil divisar a los apacibles koalas. De los canguros, para que nadie sintiera vergüenza al probar su carne, los australianos nos explicaron que hay una superpoblación y los marsupiales son revoltosos con las cosechas.
El foco en defensa del Macropus, que puede ser llamado canguro, ualabí o ualarú, se concentra mayormente en la especie roja (Macropus rufus), el de mayor tamaño (hasta 1,5 metros), declarado vulnerable por la caza furtiva y también debido a los accidentes de tránsito, porque en general los marsupiales son bastante imprudentes y se lanzan a las carreteras.
-BOOMERANG-
Los enigmas de la fascinante Australia son muchos, desde el hecho mismo de sus padres fundadores, ex presos británicos y una inmigración europea promovida después de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, los “descubridores” se encontraron con aborígenes que habitaban la Isla-Continente hace más de 42 mil años.
En el caso de Sydney, debe su nombre a su fundador en 1787, Thomas Townshend, Lord Sydney, en aquel entonces ministro británico del Interior. Pero nada de esto tiene relación directa con los enigmáticos boomerangs, objetos de apariencia simple que son la imagen idónea de algo que retorna siempre.
Las historias del boomerang se asocian por lo general a los aborígenes australianos antes de la occidentalización de la isla-continente, cuando sus primeros pobladores inventaron el aditamento para la caza, se cree que hace 10 mil años.
En verdad se llamaron kylie los que no regresaban a manos del cazador y servían para aturdir o matar a pequeños animales. Otros de mayor tamaño, de un metro de altura y curvados se convirtieron luego en los “killing sticks”.
De todas formas, los investigadores “aussies” (como llaman a los australianos) señalan que los aborígenes diseñaron un boomerang muy simple que constituía un palo de madera, con una curva y los bordes de puntas filosas, de tres pies de largo y un peso entre 2 y 4 kilogramos, capaz de recorrer más de 200 metros.
-SYDNEYSIDERS-
Para conocer a la capital de Nuevo Gales del Sur, con sus poco más de 4,5 millones de habitantes, nada mejor que los encuentros con los “sydneysiders”, el gentilicio de sus pobladores. Yo tuve la suerte de conocer a Vincenza y Martin.
Además de la muy promocionada cerveza Foster de Victoria, gracias a ellos y en compañía del histriónico amigo Oviedo, probamos patatas fritas pasadas por leche y cerveza; y Martin nos introdujo en las Tooheys, de Nueva Gales del Sur; Coopers de South Australia; y Cascade de Tasmania, por mencionar algunas.
También degustamos las Weet-Bixm galletas de trigo; el Lamington, postre nacional de Australia a base de coco rallado, chocolate y mermelada de fresa; y la hamburguesa de Emú, el pariente cercano del avestruz.
Pero todo no fue de comidas y tragos con la sorprendente bailarina de ancestros italianos y el simpático músico de familia británica.
Compartimos ratos muy agradables en la zona del Darling Harbour; el balneario Bondi; y las apacibles casas victorianas y mercadillos del barrio Paddington, junto con el exhuberante The Rocks, con miradas de acento europeo y en especial del Londres clásico; y el Sydney Harbour Bridge, uno de los puentes de un solo arco más largos del mundo.
Con el favor de una acreditación de prensa, visitamos la espectacular Sydney Ópera House, construida en 1973 y Patrimonio de la Humanidad desde 2007. Fue emocionante estar en la sala principal donde alguna vez actuaron Luciano Pavarotti, Buena Vista Social Club y Omara Portuondo, Andrea Bocelli y numerosas luminarias de la música, la danza y la ópera del mundo.
Desde la terraza exterior y bajo el novedoso diseño expresionista del arquitecto danés Jorn Utzon, el techado de velas de azulejos blancos del teatro ofrecía una invitación armoniosa a los movimientos de “barcos piratas” en la bahía de Sydney, con shows dedicados a los turistas.
Tal vez una de las ciudades más hermosas del mundo, con anfitriones insuperables.
Espectacular ciudad y un país fascinante que seguramente será más protagonista en este siglo
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Creo que las distancias cada vez se acortan en este mundo globalizado y con aviones más rápidos y seguros. Australia tiene mucho que decir hacia el futuro, si los políticos no dañan al país.
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Australia es un país extraordinario. Desde Chile es más fácil visitarlo y cada dos años voy a conocer cosas diferentes.Pero debo volver a Sydney, me ha motivado su artículo.
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Cierto que los chilenos viajan bastante a Australia, un privilegio conocer mucho más de la Isla-COntinente. Gracias por el comentario.
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Qué belleza de ciudad lastima tan distante y difícil llegar
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Bueno dificil de llegar no lo es tanto, sino más bien los medios económicos. Cuando estuve no encontré tan excesivamente cara la ciudad, pero es cierto que los boletos aéreos son de elevado precio.
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Sydney es una de las ciudades más atractivas del mundo, pero tiene el mismo problema de Australia de lejanía
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Estoy de acuerdo. Yo espero que en un futuro no muy lejano las distancias se acorten todavía más con los avances de la aviación.
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