Londres-2012, el V Elemento Olímpico

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LONDRES-2012. Se duerme poco, el disfrute es relativo y las emociones son palpitantes, increíbles, bellas. Seguramente los Juegos Olímpicos de Verano son el espacio más abarcador que existe en el mundo de idiomas y lenguas, tradiciones y culturas.

Hay celebraciones extenuantes aun cuando falte el jolgorio y la ausencia de alcohol sea notable. Todavía tengo tiempo para darme una vuelta por un very british Pub y tomarme una pinta de cerveza negra (stout) con picadas de Roast Beef and Yorkshire Pudding.

El Roast Beef lo conozco desde niño, cuando mi madre hacía la carne al horno acompañada por un delicioso puré de papas. La cerveza negra y concretamente la famosa y carísima Guinnes también, pero no es lo mismo hacerlo en Londres y en medio de los XXX Juegos Olímpicos.

Nada iguala a esta cita cuatrienal del deporte, un privilegio que me ha tocado vivir en cinco ocasiones y por esta razón, he decidido bautizar a Londres-2012 como el V Elemento, en un símil traído por los pelos de la película de Luc Besson.

Me han pedido un repaso lacónico de memorias y empiezo por Moscú-80, los primeros en la órbita del entonces bloque socialista. Boicoteada por Estados Unidos –al que luego le pasaron factura con la misma moneda en Los Angeles-84-, la entonces capital soviética fue una espléndida sede.

Estuvo con mucho sentido humano el osito Misha, la mascota, las tradiciones y bellezas multinacionales de la gigantesca Unión Soviética descollaron, aunque los excesos de seguridad y controles limitaron en ocasiones el disfrute.

Siempre recuerdo que para algunos latinoamericanos el idioma ruso era como algo inescrutable. Luego esos amaneceres a las 4 de la madrugada hacían del jet-lag una práctica común.

Así se nos ocurrió al amigo Rolando y a mi, llamar a esa hora a Ricardo, maestro y viejo zorro del periodismo, traumatizado con el lenguaje cirílico. Mi dominio del ruso era escaso. Sin embargo, al lado de Ricardo podía considerarme Dostoievski.

A dos timbrazos, Ricardo respondió, y le espeté algunas frases en ruso. Evidentemente bloqueado me dijo: chi chi chi, y me colgó.

Eramos los desvelados de Moscú-80, como siempre, los periodistas. No ha cambiado mucho la costumbre. Nos dormimos en metros y buses ante esta sinfonía de deportes, emociones, alegrías y tristezas.

-ATLANTA-96-

Al cabo de 16 años fue que volví al mayor paraíso del Olimpo. La historia del transporte resultó una pesadilla. Los conductores escogidos para los buses de los Juegos Olímpicos de Atlanta-96 hicieron huelga por demandas salariales.

Olímpicamente, los organizadores los despidieron a todos y trajeron gente dispuesta a aceptar sus condiciones, pero oriundos del estado de Georgia y poco conocedores de Atlanta. Aquello fue el caos en la primera semana.

Sin embargo, no faltó la cordialidad de los voluntarios y de mucha gente capaz, dispuesta a intentar solucionar los problemas. De hecho Atlanta-96, la sede que celebró el Centenario de las Olimpiadas en la Era Moderna, marcó pautas y nos inundó de Coca-Cola.

Internet no se había desarrollado tanto como ahora y las transmisiones de textos, fotos y videos por líneas dedicadas fueron las precursoras de lo que hoy tenemos. Lo mismo, con aplausos, para las estadísticas y resultados de las competiciones, sentaron las bases del futuro.

Como es habitual, los reporteros vivimos una vida y el público, la gente, otra. Mi prima Mayra estaba eufórica con los Juegos y hasta compró una losa en el Parque Olímpico, el mismo donde un artefacto explosivo empañó un poco las justas.

-SYDNEY-2000-

Un viaje a lo Marco Polo, pasando por Acapulco y Tahití, me condujo a Sydney-2000, para cumplir uno de esos extraños sueños que se apoderan de la mística de mi accionar.

Australia era para mi tierra de fascinación por su lejanía, dimensión, geografía y, naturalmente, canguros y koalas.

No demasiado lejos, en Cambodia, tuve la oportunidad de probar por primera vez carne de canguro. Y vuelvo a aclarar que son tantos, con una natalidad impresionante, que su población es sobrada y si no los sacrificaran, acabarían con las cosechas.

Así que volví a degustar a los canguritos, vivía en un hotel de prensa donde en la entrada los había pequeños en exhibición con un par de koalas y el placer de los Juegos Olímpicos del Milenio rebasó las expectativas.

Los australianos auspiciaron al detalle las justas probablemente mejor organizadas de la historia. Todo funcionó con precisión milimétrica, las instalaciones sensacionales, la seguridad con esmero y altura.

Fue una fiesta en el más amplio sentido de la palabra que tuvo la virtud de convertir a Sydney en una ciudad entrañable y cercana para los participantes en el ruedo olímpico.

El lujo de aplaudir en el majestuoso Estado Olímpico de Sydney a Olivia Newton Jones, solita, sin John Travolta, y a Jonh Paul Young para deleitarnos con su imperecedero Love is in the air en la ceremonia de clausura.

-ATENAS 2004-

Grecia, ¡por fin!. Lástima que uno no pueda sustraerse de la realidad actual para referirnos a la espléndida Atenas-2004 que ofreció la hospitalidad y alegría de los helénicos, su historia y sus aportes a la cultura universal.

Desde la visita a la Acrópolis y el necesario paseo por los alrededores del Partenón y los vestigios de las Cariátides, no he dejado de pensar en aquellas obras colosales, los aportes de los griegos a la humanidad y la ironía de verse sumidos a una crisis injusta para su pueblo.

Los souvslaki con pan pita en el barrio antiguo de Plaka, a base de carne de cerdo, a la que se le agrega tomates, cebollas, un poco de orégano, aceite y zumo de limón, un amigo imprescindible en los andares por Atenas.

Para completar la tradición de romper platos en celebraciones, la sui-géneris belleza de la mujer griega y la corona de laurel a la usanza antigua en las premiaciones de los deportistas.

De Londres-2012, el Quinto Elemento, ya tendremos tiempo de hablar. Mi amigo Robert cumple conmigo este honor de vivir Cinco Juegos Olímpicos. De pronto nos vamos a un pub inglés a celebrar.

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