El único temor es que deje definitivamente de ser humano o que se descubra que todo es un engaño. Mientras tanto, disfrutamos de un espectáculo sui-géneris llamado Usain Bolt.

De Jamaica, excéntrico pero simpático, el super astro de la velocidad que cumple 26 años el 21 de agosto de 2012, ha sido sensación en los XXX Juegos Olímpicos de Londres, al punto de llenar el estadio de Stratford en las frías sesiones matinales, sólo por el placer de verlo correr.

Incluso cuando no estaba tan claro su favoritismo en los 100 metros lisos –cuando algunos dudaban si en verdad era galáctico-, toda la capacidad de Stratford estaba a full. Los 80 mil asientos ocupados, también para la primera ronda de los 200 metros.

Luego, la complicidad de la noche siempre fresca, porque los Juegos de Londres quedarán en los libros como los del verano más otoñal que se haya visto.

El movimiento fugaz de las pestañas. La semifinal en la que repite, a su estilo, un gesto similar a Donovan Bailey, el canadiense de origen jamaicano que desafió a sus contrincantes antes de merecer el oro en los 100 en Atlanta-96 con primado universal de 9,84.

Todo lo demás se antoja obvio. El ceremonial del hectómetro, la respiración contenida durante poco menos de 10 segundos, el relámpago que vuela y su lapidario 9,63 segundos. Flashazos continuos, algarabía, gritos y el hombre del gesto alado y poses estrafalarias se gana el afecto y la sonrisa por su carisma.

Para hablar de Usain Bolt, del atletismo y de los XXX Juegos Olímpicos de Londres-2012, nada mejor que las imágenes de un lente aficionado que, en cualquier caso, vuelve a gozar del privilegio de estar literalmente en el lugar de los hechos.