París: uno de nosotros

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Aterra que pudo ser uno de nosotros. Esta vez el diseño morboso del terrorismo yihadista apuntó a blancos muy sensibles: una instalación deportiva, un restaurante, una sala de conciertos y bares.

En París, donde disfrutar la vida corresponde a una filosofía intrínseca de la urbe. Para los que alguna vez tuvimos el privilegio de residir en la Ciudad Luz, el shock es doblemente doloroso, aún si ya sabemos que los amigos que allí dejamos están bien.

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Un cierto alivio conocer que Anne, Victoria, Fernando; Veronique, Franck; Paloma, Silvia, Hervé; Maricarmen, Masiel, Lucía, Michel, Nuria (…) no son víctimas directas, aunque sufren el mismo estado psicológico de tristeza, preocupación e impotencia que la mayoría de las personas en Francia.

Desde París, recibí un emotivo mensaje de respuesta a mi preocupación que entre cosas decía: Como comprenderás, estamos profundamente conmocionados y por el momento sin llegar a comprender cabalmente todo lo ocurrido.

Fernando, un chileno exiliado en Francia desde hace más de 25 años, sacó a relucir su casta de periodista en sus comentarios: Los bares y restaurantes, muy concurridos en este fin de semana y debido a un clima particularmente temperado en este mes de noviembre, habían cerrado sus puertas.
CHARLIE
En enero de 2015 escribí sobre lo ocurrido en el semanario satírico Charlie Hebdo, entre otras razones porque uno de los asesinados era George Wolinski, a quien conocí personalmente en las habituales cenas de fumadores de puros habanos en París. Con diferencias conceptuales, sentí entonces en verdad el llamado de Je suis Charlie.

París no será el mismo en lo adelante, porque será difícil recuperarse de la barbarie de crímenes del fanatismo islámico de ISIS, a sangre fría contra civiles inocentes en cifras que se acercarán a las 200 personas o más.
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El drama de la noche del viernes 13 (fatídica coincidencia) de noviembre de 2015, rebasó toda la imaginación. A Le Bataclán fui a alguno de sus conciertos y su ubicación me era bastante familiar ante la cercanía de la oficina donde trabajaba en París.

De la rue de Charonne al 50 Boulevard Voltaire (Le Bataclán) hay una distancia relativamente corta. Luego las terribles imágenes de televisión ofrecen un retrato atroz de lo ocurrido. Disparar a mansalva contra los espectadores de un concierto musical sin mediar pregunta alguna, renueva la inquietud de hasta dónde es capaz de llegar la maldad.
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Lo más probable es que yo hubiese estado esa noche en el Stade de France de Saint Denis. Ir a ver un buen partido de fútbol (Francia-Alemania) resulta un gran atractivo. Mucho más con una pasada por la majestuosa Basílica de Saint Denis, donde reposan los reyes de Francia.

También, encontrarse en un bar de París o en un restaurante de cierta popularidad como Le Petit Cambodge, no muy lejos del relajante Canal de San Martin, es parte de la mística del disfrute en la capital gala.

Ese glamour que desvela a escritores y cineastas está ahora amenazado severamente. Pero confío en que París no se rendirá, porque la gente ama mucho su estilo de vida, su donaire especial y su capacidad de demostrar que no se acaba nunca, como destacara Ernest Hemingway.

12 comentarios en “París: uno de nosotros

    • Ojalá que fuera el comienzo del fin. Hay muchas lecturas a todo lo ocurrido. Nada es en blanco y negro. Lo triste es asumirlo así, con tantas vidas inocentes sin ninguna culpa de los conflictos de esta índole.

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    • Hay gente que cuestiona tanto revuelo por lo de París. Son cosas de nuestro mundo y la realidad de que la Ciudad Luz es un referente mundial en muchos aspectos. Aunque nada justifica el terrorismo en ninguna parte de nuestro planeta.

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  1. Lo ocurrido en París debería servir de lección para el mundo civilizado. No se puede continuamente imponer valores y asfixiar pueblos enteros sin que se forje un sentimiento de venganza. Todos condenamos el terrorismo y la horrenda pesadilla de París, pero hay que buscar las causas.

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    • Coincido bastante en su apreciación. El terrorismo es absolutamente condenable, pero no se pueden hacer batallas sin revelar todo lo que hay detrás, ni estigmatizar a pueblos enteros o religiones.

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  2. Nada es tan terrible como estar expuestos al terrorismo. Nos saca de nuestras vidas de una forma absurda y horrenda. El mundo no puede seguir cruzado de brazos y los políticos tienen que actuar con más transparencia y honestidad

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    • No deberíamos limitarnos a ser espectadores de estas horribles historias. Aunque tampoco estamos en el centro de la responsabilidad, de alguna forma hay que denunciar la hipocresía. Y la mentira.

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