Yo digo una sola cosa, si usted está enfermo grave no puede ir a acostarse con una mujer adicionalmente a la suya. Y Neruda lo hacía, tenía a Alicia, la sobrina de Matilde y siempre andaba enamorando por ahí.
Así comienza otro diálogo con Manuel Araya, para graficar el estado de salud del Premio Nobel de Literatura en 1973. Era una de las personas más cercanas a Pablo Neruda en sus últimas horas de vida y está convencido de que fue asesinado por la dictadura de Augusto Pinochet.
Pero en esta ocasión, me voy a permitir derivar el tema hacia otra personalidad que tuvo la delicadeza de un protagonismo silencioso en la vida del apasionado autor de Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada.
Rosa Neftalí Basoalto dio a luz a Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto el 12 de julio de 1904 en Parral, Región del Maule, Chile, y poco más de un mes después falleció como consecuencia de una tuberculosis.
Nunca imaginó que había traído al mundo a quien sería “el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma”, de acuerdo con Gabriel García Márquez. Sin embargo, Rosa Neftalí era maestra y cultivaba la poesía, así que de alguna forma legó en sus genes la impronta literaria a su hijo.
En este punto me detengo para dejar otro espacio a don Manuel Araya, presidente de «Antología popular 1972-Patrimonio de Chile/ONG», fiel 42 años después del deceso del poeta a quien sirvió de chofer y ayudante personal.
-Neruda era un hombre de la gran vida. No hay que olvidar que no tuvo infancia. Murió su madre Rosa Neftalí y el padre José del Carmen era a la antigua, se fue a Temuco donde tenía a otra mujer y dejó a Neruda en Parral. Luego, a los seis años de edad, se lo lleva a Temuco, donde lo lleva a un liceo dirigido por Gabriela Mistral, que no era poeta todavía.
-ENCUENTROS FORTUITOS NOBEL-
El destino se abre sus rutas, escribió alguna vez el poeta romano Virgilio (Publio Virgilio Marón), un pensamiento que parece justo a la medida de lo sucedido a Lucía de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga (más tarde Gabriela Mistral) con Pablo Neruda.
El propio Neruda contaba las vivencias de su primer encuentro con Mistral.
Un niño tímido atraviesa el barro que se traga las calles de Temuco para visitar a la directora del liceo Lucía Godoy Alcayaga —alias Gabriela Mistral. La profesora, que ya ha ganado sus primeros juegos florales, se aburre en provincia. Su única distracción ante el ambiente opresivo de la escuelita era Neftalí Reyes Basoalto (futuro Neruda), ese alumno silencioso de la escuela de hombres.
La profesora le pasa libros. Algunas tardes toman té juntos. De esta relación absolutamente fortuita, Neruda también hablaría en su autobiografía Confieso que he vivido.
«La vi muy pocas veces. Lo bastante para que cada vez saliera con algunos libros que me regalaba. Eran siempre novelas rusas que ella consideraba como lo más extraordinario de la literatura mundial. Puedo decir que Gabriela me embarcó en esa seria y terrible visión de los novelistas rusos y que Tolstoi, Dostoievski, Chejov… entraron en mi más profunda predilección. Siguen acompañándome».
Neruda supo muy poco de su madre Rosa Neftalí Basoalto. Que era, por ejemplo, mayor que su esposo José del Carmen, ella con 38 años y él con 32, no era bella pero transmitía una sensación agradable de dulzura y melancolía en su rostro.
Todo este panorama fue configurando la personalidad del poeta y su especial vehemencia, de la cual escribiría muchos años después Antonio Skarmeta en Ardiente paciencia, la novela que dio lugar a la entrañable pelicula Il Postino (El cartero de Neruda), de Michael Radford.
-EL CHOFER DE NERUDA-
Manuel Araya se siente orgulloso al repetir que es un hombre de campo. Su lenguaje es directo y sincero. No hay palabras rebuscadas ni merodeos para transmitir su mensaje. Dentro de su sencillez es apreciable el afecto enorme que sentía por Neruda y su obstinación –aún a riesgo de su vida- por denunciar durante 42 años que su fallecimiento fue un crimen.
La idea repetida de que la muerte de Neruda no estuviese asociada a un cáncer de próstata, tiene vigencia extraordinaria, cuando el Gobierno de Chile admitió el 5 de noviembre de 2015 que “resulta claramente posible y altamente probable la intervención de terceros en la muerte de Pablo Neruda».
-Neruda salía casi todas las tardes. Viajábamos a San Antonio, Valparaíso, Santiago, iba a todas las comidas. Era mujeriego y gustaba de las aventuras. Sus amoríos con Alicia, la sobrina de Matilde Urrutia fueron hasta los últimos momentos. Se iba a un hotel en Viña del Mar y decía a su esposa que buscaría medicinas.
– Entonces es que yo digo, no estaba enfermo como para morirse así de repente.
-Eso sí tenía un enorme dolor con el golpe de estado de Pinochet. El estuvo con Salvador Allende el 10 de septiembre de 1973 (un día antes de la asonada golpista), para el proyecto de construir la Casa de los Escritores (…). Le afectó mucho enterarse del asesinato de Víctor Jara.
Un año atrás había terminado su misión de Embajador en Francia y desde noviembre de 1972 de ocupó de Neruda como chofer y ayudante. Vivía en la misma casa del poeta y jugaba un papel adicional de protector.
-El 19 de septiembre de 1973 lo ingresamos, padecía de cáncer en la próstata aunque esa es la causa que dijo la dictadura de su muerte y de la cual muchos aceptaron incluyendo a su partido (Araya y Neruda eran miembros de la organización comunista).
-El 22 termina sus famosas memorias Confieso que he vivido. Cambia de parecer el 23, impresionado por relatos que le hacían, y decide salir hacia México el 24. Pero el 23 se agravó a partir de una inyección. Se puso grave por la inyección que le pusieron en la clínica y a mí me enviaron en busca de un medicamento.
-Camino a la farmacia me apresaron agentes de Pinochet, me torturaron, me dieron un balazo y terminé en el Estadio Nacional. Gracias a la mediación del cardenal Silva Enríquez es que me salvo, pero fue cuando recibí la terrible noticia de que Neruda había fallecido a las 10:30 de la noche del 23 de septiembre. Yo quería que me mataran en ese momento.
La mayoría de los colaboradores y gente cercana a Pablo Neruda fue desaparecida o ultimada por la junta militar pinochetista. Manuel Araya quedó en Santiago de Chile en libertad condicional y debía firmar miércoles y viernes en el sótano del Congreso Nacional. En ese lapso, perdió para siempre a su hermano, a quien al parecer lo confundieron con Manuel.
Para cerrar este capítulo, nada mejor que el último canto denominado Yo soy, de su obra maestra Canto General:
LA MUERTE
HE renacido muchas veces, desde el fondo
de estrellas derrotadas, reconstruyendo el hilo
de las eternidades que poblé con mis manos,
y ahora voy a morir, sin nada más, con tierra
sobre mi cuerpo, destinado a ser tierra.
No compré una parcela del cielo que vendían
los sacerdotes, ni acepté tinieblas
que el metafísico manufacturaba
para despreocupados poderosos.
Quiero estar en la muerte con los pobres
que no tuvieron tiempo de estudiarla,
mientras los apaleaban los que tienen
el cielo dividido y arreglado.
Tengo lista mi muerte, como un traje
que me espera, del color que amo,
de la extensión que busqué inútilmente,
de la profundidad que necesito.
Cuando el amor gastó su materia evidente
y la lucha desgrana sus martillos
en otras manos de agregada fuerza,
viene a borrar la muerte las señales
que fueron construyendo tus fronteras.
Fascinante el capítulo de la madre Rosa y el encuentro con Gabriela Mistral
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Bueno los destinos y la ironía para una madre no saber que trajo al mundo a un hijo genial.
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Toda la fuerza de la inspiración nace en ocasiones de las fuentes más inéditas. Hay algo del talento que nace en los genes de la persona, otras como Neruda, es el genio que brota,
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Totalmente de acuerdo. Son cosas que no tienen mucha explicación. Suceden, para bien de la humanidad.
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Rosa Neftalí, una mujer de la que apenas se habla, y ya vemos al genio que trajo al mundo. Son historias hasta cierto punto tristes, aunque si existe otra vida, debe haberlo disfrutado mucho
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Efectivamente, un buen punto de vista.
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Todo lo que escribió Neruda es fascinante y del canto general hay lecciones que aprender
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La capacidad de abordar todos los temas a través de la poesía es una de las grandes virtudes de Pablo Neruda.
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Genial la forma en que fue capaz de escribir sobre la muerte. Un autor excepcional.
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La verdad es que vale la pena descubrir más a Neruda. Un personaje con muchas facetas interesantes.
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