Arte y mística: Iglesias de Roma (II)

7 comentarios Estándar


Roma.- El cine contribuyó bastante a dibujar una imagen de libertinaje de la Italia de la década de 1970. Llegué a forjarme la idea de que al lado de ese verbo distendido y a veces escandaloso de los italianos, estaban los personajes más abiertos del mundo en temas de sexualidad.

Había pasado por alto dos detalles insoslayables, la Revolución de Mayo del 68 fue en Francia, verdadera cuna de la “liberación sexual” de la humanidad, y la poderosa influencia del Vaticano, vencedor en la historia del grandioso Imperio Romano.

“En nuestro país puede que familiares y personas cercanas acepten una actitud digamos algo díscola, ciertas andanzas amorosas, pero sin exaltaciones. Como si se tratasen de “pecadillos” tolerados”, me decía Paolo, un simpático amigo napolitano crítico de cine.

Luego, en el plano formal, la iglesia para el casamiento, las misas dominicales y todas las celebraciones de fechas religiosas, precisaba.


Andaba en esas reflexiones cuando ingresé a la Basílica de Santa María de los Angeles y los Mártires. Se asoma a la Piazza de la República, que permite en sus exteriores contemplar estructuras semicirculares y en el centro la hermosa fuente de Las Náyades.

No es ni la iglesia más bella ni exuberante, pero guarda un pedazo extraordinario del anecdotario romano. Volvemos a los entresijos de esta Ciudad Eterna, pagana y divina.

La Santa María de los Angeles y los Mártires fue levantada sobre una parte de las termas de Diocleciano, en una demostración del poder ascendente de la iglesia católica cuando el Imperio Romano cedía espacios a regañadientes.

Se le encargó el diseño al infaltable Michelangelo Buonarroti (Miguel Angel) en 1562, a solicitud del Papa Pío IV.

Para los detalles sutiles, Giuliano, nuestro inigualable guía, experto de los concilios eclesiásticos por vocación, recuerda que la dedicatoria a los mártires se relaciona con el hecho de que las termas del emperador Diocleciano fueron construidas por cristianos convertidos en esclavos.

Los restos del propio Pío IV reposan junto a otras figuras en la Basílica, pero en realidad el elemento más significativo del templo es su gran meridiana solar, obra de Francesco Bianchini.

Se hizo con el fin de confirmar la precisión del Calendario Gregoriano (por el cual nos regimos en el mundo, salvo la religión budista que pondera el Lunar) en razón de la necesidad de determinar la fecha de la Pascua Cristiana, a tenor de los movimientos solares y lunares.

-Umberto Eco y otros milagros-

En una reciente entrevista, Umberto Eco, el prestigioso escritor y filósofo italiano, autor de El nombre de la rosa, El péndulo de Focault y en 2010 de El cementerio de Praga, destacaba que es el idioma, la lengua de Dante, el signo distintivo de su país.

Italia es en verdad un país joven e inmaduro, comparado con las viejas naciones europeas como Francia, Inglaterra o España. Tenemos apenas 150 años de existencia pero con un denominador común excepcional: el idioma, reflexionaba Eco antes de añadir:

Si un francés hojea en la actualidad un libro de Rabelais (François) en su versión original, hallará dificultades para entenderlo. Por el contrario, un taxista italiano puede comprender bastante bien el verbo de La Divina Comedia de Dante, porque la lengua italiana ha evolucionado muy poco desde hace miles de años.

Para no perder la cadencia, la invitación ahora es a la Basílica de Santa María la Mayor (di Santa María Maggiore, della Neve o Liberiana), en efecto, la más trascendente de las consagradas al culto mariano.

Fue levantada sobre un templo pagano de Cibeles y llegó a ser Palacio de los Papas en Roma de forma temporal después del período de Avignon, Francia (1305–1378) y del llamado Cisma de Occidente (lucha de poderes papales de 1378 a 1417) antes de trasladarse a Ciudad del Vaticano.

Goza del privilegio de obras de artes singulares de Rainaldi, Bernini, Algardi, Reni y Fontana (autor de la Capilla Sixtina de la Basílica que no guarda relación alguna con la de nombre similar en el Vaticano).

Se concibió a partir de un sueño del Papa Liberio, según cuentan, y su techo es todo en oro, de los primeros alijos del metal precioso que trajo Cristóbal Colón en sus conquistas en América.

Como ningún recorrido en Roma puede ser lineal, de paso por la muy concurrida Piazza de Spagna (Plaza de España), una delicia de arquitectura en la escalinata hacia otra iglesia, Trinitá dei Monti aparece debajo la Fontana della Barcaccia de los Bernini (Pietro y Gian Lorenzo, padre e hijo).

A cierta distancia, en el Campo di Fiori, una estatua de Giordano Bruno en el sitio donde fue quemado el 17 de febrero de 1600 en la hoguera por orden del tribunal de la Santa Inquisición, para recordarnos oscuros pasajes históricos de la iglesia católica.

Para el lirismo providencial, el Panteón de Agripa, obra monumental del siglo 27 antes de Cristo, de Marco Vipsanio Agripa, de acuerdo con las enciclopedias, amigo cercano y posteriormente yerno de César Augusto, el primer emperador de Roma.

Entre magnificencias, San Pablo Extramuros, la segunda mayor basílica del mundo tras San Pedro del Vaticano y, por supuesto, San Juan de Letrán, Catedral de Roma, una de las iglesias más antiguas del universo cristiano y con características especiales.

Tres detalles no deben pasarse por alto en San Juan de Letrán, la inspiración de uno de los grandes maestros del barroco, el suizo Francesco Borromini, y los aportes de Domenico Fontana y Alessandro Galilei; la Escalera Santa, y el Obispo de Roma.

Construida en los terrenos de la familia Plauzi Laterani, rezuma toda la devoción y sacrificios de numerosos cristianos en función del ascenso, de rodillas, en la famosa Escalera Santa, que según la tradición por ella transitó Jesús de Nazaret en el palacio de Poncio Pilatos.

Sin embargo, todo parece una leyenda, porque estudios recientes señalan que la escalera es de muchos siglos después. De todos modos la ceremonia de subir de rodillas continúa, aunque Giuliano me confiesa que no está para esos trotes.

Finalmente, San Juan de Letrán es la sede del Obispo de Roma, nada menos que el mismísimo Papa.

7 comentarios en “Arte y mística: Iglesias de Roma (II)

  1. Las Iglesias para no perder el auxilio del cielo, las plazas para las andadas románticas y los cafes para el capuccino, hablar de futbol y lo malo que son los políticos. Es grande y eterna roma.gracias por permitirnos recrearnos desde tus letras

    Me gusta

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s