De reposo en uno de los bancos del espléndido jardín de Claude Monet, había pensado ya en la suerte de tener al alcance de la mano los pequeños detalles de la naturaleza en Giverny y los pueblitos coquetos de Normandía, en Francia.
Lo curioso no es sólo la respuesta a las razones por las cuales en estos parajes extraordinarios nacieron las musas de los pintores impresionistas.
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