Vegetales en el cielo, Francia y Chile

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NAVE
De Francia y de Chile, el primer denominador común apunta a la excelencia de sus vinos y una historia que los relaciona de forma íntima con la exquisita bebida.

Pero ¿vegetales?. ¿Qué podría vincular a dos países tan distantes con un capítulo insólito de plantas y generación de energía?

La respuesta comenzó a dibujarse a las 3 de la madrugada del 12 de enero cuando la nave Aeroflorale II aterrizaba en pleno corazón de Santiago de Chile en la Plaza de la Constitución, frente al Palacio de la Moneda.

Un “invernadero volador” como denominan al artefacto sus 11 tripulantes en una espectacular aventura bautizada con el nombre de Expedición Vegetal. Franceses de distintas profesiones que proceden, curiosamente, de Nantes, la tierra del insigne Jules Verne (o Julio Verne).

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La Aeroflorale II vuela gracias a la energía eléctrica que generan las plantas a bordo. Su comandante, François Delarozière, habla con entusiasmo de un descubrimiento colosal “que revolucionará al mundo”.

Somos los únicos en el universo en lograr capturar la energía que generan las plantas durante un proceso de fotosíntesis y llevarlas a batería, me comenta Delarozière, fundador en 1999 de La Machine, tropa de teatro de la calle devenida consorcio de científicos que combinan la aviación con la botánica.
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Vestidos con trajes de campaña y constantemente inmersos en tareas de mantenimiento de la mole de 15 metros de altura y 5 toneladas de peso, los expedicionarios no cejan en su empeño de demostrar al público las bondades de la naturaleza.

Benjamín Bottinelli, ingeniero comercial Péthane G3 del equipo, me explica que el trayecto hasta Chile duró más de cuatro meses y fue bastante duro en relación con los cambios de clima y las condiciones de vida.
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Dormimos en hamacas y nos trasladamos a la altura que nos permita sentirnos mejor. Controlamos los globos aerostáticos y con el favor de las plantas disfrutamos de las bondades de la energía producida de forma fitovoltaica, argumenta.

-CAPITULO CHILENO-

Durante su estancia en Chile, un accidente con visos teatrales alarmó a cientos de curiosos apostados en la Plaza de la Constitución. En plano acrobático los tripulantes parecían desesperados para detener el escape de aire de un globo.

En bolsas de polietileno lograron reparar el daño en medio de gritos y carreras alrededor del extraño objeto espacial.
Fue en el 2010 cuando la Aeroflorale II inició su recorrido por el mundo en busca de plantas de gran potencial eléctrico. Para saciar mi incredulidad, Bottinelli me demuestra como un grupo de vegetales es capaz de alimentar la carga de un teléfono celular.

Anduvo en una larga escala en los bordes del lago Baikal, Rusia, para luego tocar Bruselas, Torino, Hamburgo y por supuesto, cortejando el alter ego de Verne en Nantes. Son ya 50 misiones por el orbe y de hecho no hay descanso. De Chile a Argentina y luego a países árabes.
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Las grandes avenidas de la investigación hallan en Chile ofrece un concierto multifacético.

Adelantamos experiencias de la biodiversidad en el medio urbano, con especies locales, las plantas de altura, desérticas y las costeras, todo lo que se puede encontrar en la fabulosa naturaleza de este territorio, relata el comandante de la Expedición Vegetal.

Vienen de Nantes, claro, donde tienen un famoso y enorme elefante de madera que lanza agua por las calles, y deslumbran los 18 anillos de Daniel Buren, con sus halos en rojo, azul y verde. De la tierra de Verne.

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