Puede ocurrir en París, Hanoi, Sydney, Río de Janeiro, en La Habana, México o Panamá, da lo mismo. Para creer en algo no hace falta más que la mística, el pensamiento o la impronta del deseo.
Como bien dice un proverbio anónimo, “creer es más fácil que pensar, he ahí la razón de que haya más creyentes”.
Depende también de las motivaciones. Un amigo que visitaba París por primera vez subió a la Torre Eiffel, me invitó luego a una cerveza al pie de la Grande Dame del Sena, y casi gritó emocionado: ¡ya puedo morirme!.
A una chica le saltaban las lágrimas cuando se vio frente a la Mona Lisa en el Louvre. Inútilmente me esmeré en explicarle la grandeza de otra obra en el lado opuesto de donde se halla la pintura insigne de Leonardo Da Vinci.
Justo frente a la Gioconda, impresiona el monumental cuadro de Las Noces de Caná (Las bodas de Cana), de Paolo Caliari, El Veronés. Representa una célebre historia milagrosa tomada del Nuevo Testamento cristiano.
Jesús y sus discípulos están invitados a una celebración nupcial en Caná, Galilea, y al quedar sin vino al final del jolgorio, Jesús ordena a los siervos llenar las tinajas con agua, que luego convertirá en vino.
La joven apenas prestó atención a mi relato, aunque estuvo mejor que el adolescente -hijo de otro amigo-, exultante con ver la Gran Pirámide de Cristal para el ingreso al Louvre. No dudó en vociferar lo relevante del encuentro…con el escenario de la película El Código Da Vinci.
Hipócrates decía: cuando las oraciones, los amuletos y los encantamientos funcionan, es solo una manifestación de las creencias del paciente.
Si el milagro de transformar el agua en vino (uf, ¡qué maravilla si se pudiera repetir!), se difumina en el pasado, más cercano en el tiempo está por ejemplo la aparición de la Virgen en la pequeña ciudad de Lourdes, Francia, en los Altos Pirineos.
Al lado del promontorio rocoso Massablelle, en una gruta la niña Bernadette Soubirous dijo en 1858 haber sido testigo de las apariciones marianas (de la Bienaventurada Virgen María).
El hecho dio lugar al santuario de la Gruta de las Revelaciones y la Basílica de la Inmaculada Concepción, que finalmente se convirtieron en el Santuario de Nuestra Señora Lourdes, uno de los sitios de peregrinación más famosos del mundo, con un promedio anual de seis millones de visitantes.
-LOS HOMBRES CREEN…-
En medio de las cadencias tranquilas o bulliciosas de Ipanema y Copacabana, el visitante se extasía ante la belleza espectacular de Río de Janeiro, el Pan de Azúcar, el Cristo del Corcovado y las mujeres espectaculares.
Entre un ambiente musical exquisito de samba y bossa-nova, hay espacios para las cartománticas y no pocos transeúntes sucumben a sus adivinanzas.
Gente de porte normal que de pronto hace un alto en el camino para permitir que alguien le descubra el porvenir. Otros meditan, a la espera de encontrarse a sí mismo o emitir ondas espirituales que satisfagan sus expectativas.
Por lo general, los hombres creen fácilmente lo que desean, aseguraba Julio César, el Emperador, no el guardameta brasileño vilipendiado después de la humillante goleada de Alemania a Brasil 7-1 en la Copa Mundial de Fútbol.
Provengo de una familia católica, apostólica y romana. Dicho de esta manera, para enfatizar la entrega a Dios de buena parte de mis seres más queridos, incluyendo a un sobrino cura de ancestros italianos, Giuliano.
A mi madre nunca le ha faltado de su boca la frase liberadora de los católicos clásicos, Que Dios me perdone, pero le gusta repetir el chiste de un monaguillo que mojaba las hostias en aceite de oliva escondido en los candelabros.
Y siempre es memorable Doña Nelia por haber confundido vagones vacíos y con forros blancos en los espaldares, con un tren lleno de monjas; o por entender que el Abé Pierre de Francia, era como un símbolo del Lavapiés.
Termino con un pensamiento de Albert Einstein:
Hay dos formas de ver la vida: una es creer que no existen milagros, la otra es creer que todo es un milagro.
Una onda muy interesante y simpática.
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Es impresionante de cuanto cambia la vida de una persona a partir de sus creencias. Agradecido por el comentario.
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Y bueno, creer, ilusionarse, es siempre algo positivo cuando no se convierte en fantatismo.
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Lo único malo para mi es aferrarse al tema de la energía positiva como si eso fuera a cambiar cosas del destino, aunque hay quien tampoco cree en el destino.
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Muchos aseguran que los hombres necesitan creer en algo de manera que forma parte de nuestra existencia.
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Claro que coincido. Creer mientras se haga de forma genuina y con mucha convicción, es algo que nos da fuerzas y sirve de inspiración.
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Que sería de la vida sin la motivación de creer en algo, que puede o no ser divino.
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Creer, seguramente el impulso para vivir.
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que gracioso , tu escrito ,me recuerda quien es la joven que lloró al entrar al Louvre y al ver la mona Lisa o mejor dicho la gioconda .jaja me gustó cantidad tu escrito .nos da un poco a pensar como el hombre aunque a veces a causas de enfermedades psiquiátricas se crea visiones y creencias para permanecer viva su alma, porque creen que es lo único que no se apaga .tu sabes mi manera de creer, no te digo mentiras.
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Interesante razonamiento. Lo que si pienso es que en algo hay que creer para buscar mayor inspiración en el futuro de la vida. Puede ser de la mística o simplemente de las convicciones humanos. Gracias por esta excepcional lectura.
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To be or not to be….Creo que es la eterna pregunta de los humanos. Yo quiero creer en algo divino que nos inspira y nos obliga a ser mejores personas.
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Creer…opino lo mismo. Al menos eso nos aferra a la esperanza.
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Siempre es bueno alimentar el espiritu
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Creer, meditar, si no lo hiciéramos dejaríamos de ser humanos.
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Reblogueó esto en Un lunar en la punta de la narizy comentado:
En un mundo poblado de fake news, reality shows y sacudida de la naturaleza, muchos siguen aferrados a las creencias como paliativo a las calamidades y aberraciones sociales.
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