Obsesiones, sueños y fantasías al mejor estilo fabulador, como si la Apocalipsis tocara las puertas del mundo o la imaginación de un cineasta lo convirtiese en un lugar eterno e inconmensurable: sencillamente Fellini.
De la mano, no podía faltar Anita Ekberg, desafiando con sensualidad y belleza a la Fontana de Trevi en Roma y el rostro perplejo de Marcelo Mastroianni. Una escena irrepetible en el séptimo arte, como muchas otras del maestro italiano Federico Fellini.
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