Así que todo nos traiciona, incluida la curiosidad y la honestidad y lo que bien amamos. Sí, dijo la voz, pero consuélate, en el fondo es divertido, escribía el irreverente poeta chileno Roberto Bolaño.
La mención se antojaba traída por los pelos a 3,150 metros sobre el nivel del mar en el campamento de La Parva. Entonces, alguien acomodó a Bolaño con una expresión sencilla: “Y la nieve…”, justo cuando disfrutábamos de un extraordinario panorama blanquísimo en la majestuosa Cordillera de los Andes. Aunque ahora no hay nieve en Chile, la llegada de la tercera década del siglo XXI, justifica la digresión.
La Parva es un pequeño pueblo de montaña chileno que se erigió como sitio para esquiar gracias al sueño hecho realidad del francés André Bossoney en la década de 1950, la ayuda de su amigo Emile Allais, y la inversión del cubano Néstor Carrillo de Albornóz.
Hoy es sitio de paradojas, y lo será nuevamente en unos meses de este flamante 2020, con los turistas brasileños que dejan atrás el exotismo y la cadencia musical de sus fabulosas playas y paisajes, para ingresar a los Centros de Esquí de Chile en busca de emociones invernales.
La fascinación y los contrastes. Europeos, canadienses y estadounidenses a la caza de sol y playa de julio a septiembre, mientras muchos de ellos mismos junto a los sudamericanos, al encuentro del Esquí alpino, Esquí nórdico, Randonée, Snowshoeing y Paseos en raquetas.
No deja de ser un enigma la magia de la precipitación de pequeños cristales de hielo que se agrupan al caer, formando copos blancos.
También inspiró a Pablo Neruda, el eterno romántico: “No sólo es luz que cae sobre el mundo lo que alarga en tu cuerpo su nieve sofocada…”.
Poesía y nieve, siempre que sea con buenos abrigos y con el vino al alcance de la mano, excelente!
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Me alegra que el vino esté también entre sus gustos. No siempre a todo el mundo le agrada igual la nieve y tengo amigos que lamentablemente hasta sufrieron accidentes. Pero es la vida.
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