¿Final extraña? ¿Ganó el mejor?
A la primera pregunta hay una respuesta sencilla: fue una final de Copa Mundial de Fútbol Rusia 2018 tan extraña como el propio torneo. Alemania eliminada en primera fase con la maldición de los campeones; Argentina desdibujada en medio de cuitas internas y un elenco que apostó sólo al genio de la milonga, Messi.

La Furia Roja de España, afectada por un atropellado cambio de técnico y con deudas tal vez por el cansancio de su intensa Liga. O Brasil, demasiado arrogante y resentido con la inmadurez de Neymar; Inglaterra, más rollo que película; y eso sí, una Bélgica casi de excelencia, pero que perdió el partido crucial contra Francia.

Entonces nos encontramos con una final hasta cierto punto insólita, la eterna Baguette bajo el brazo de una Francia pletórica en talento, aunque demasiado pragmática y especulativa. Enfrente, el exultante Mantel del uniforme de Croacia, el David que derrochó estamina y coraje, lo mismo que virtudes y entrega.

Los detalles por lo general inclinan la balanza a un elenco. Hay muchos nombres que conservarán protagonismo en el fútbol en los próximos años: Mbappé, Griezmann, Pogba, Varanne, Umtiti, Kanté, Lucas, por los campeones; y Modric, Perisic, Rakitic, Vrsaljko, Mantzukic, por los eslavos.

Tres victorias consecutivas mundiales de Europa obligarán al análisis autocrítico de América, el continente en general; y de las eternas promesas de África y Medio Oriente. Salvo algunos destellos de Japón, también tendrá que hacerse preguntas Asia y Oceanía.