Apenas nacer, nos inculcan que hay varias razones para celebrar cada año. Al principio predomina un sentido altruista. Luego, aterrizan las maratones de compras de regalos y postales, muchas de ellas inscritas con versos y dedicatorias de inimaginable cursilería.
Valdría la pena encomendarse a Pablo Neruda cuando escribió a Matilde Urrutia: Me falta tiempo para celebrar tus cabellos.
Una suerte de ruptura ante la realidad actual.
Extenso inventario. Los Reyes Magos, en muchos países, llegan para la asfixia de los ya maltrechos bolsillos de padres y abuelos en enero, cuando apenas nos recuperamos de los festejos de Navidad y Fin de Año.
Luego, ese Cupido aderezado con leyendas religiosas, se apunta en febrero. Ya no es un simple angelito rubicundo lanzando flechas de amor, sino también el mercantilismo lo ungió con poderes para la amistad.
Tiempo atrás andaba por Africa y coincidió el 14 de febrero. Era curioso ver en la televisión los anuncios promocionales de la fecha, pero con un angelito negro.
Era lógico, aunque no estemos acostumbrados. Ni siquiera existen los Cupidos negros en Estados Unidos. Por cierto, en Colombia y Panamá –y seguramente otras naciones- no lo festejan en febrero, aunque igual está institucionalizado el Día del Amor y la Amistad.
Se añaden los días consagrados a las madres, los padres, bautizos y el espíritu santo, pudiera decirse sin eufemismos, además de aniversarios y cumpleaños.
Otras múltiples fechas, como el sacrosanto Día de Acción de Gracias (Thanksgiving) de Estados Unidos y Canadá; eventualmente en islas del Caribe anglófono y Liberia; y en otras fechas en Alemania y Japón. !Y las Navidades y el Fin de Año!
Celebrar, en todo caso, es una suerte de placer lúdico que viene acompañado de un concepto holístico. Los cuestionamientos comienzan y terminan con los límites.
Me quedo con una frase de Albert Einstein.
La única razón para que el tiempo exista es para que no ocurra todo a la vez.
Todo lo que dice eso y cierto pero también celebrar es una de las bellezas de la vida
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De acuerdo, pero le hace daño el mercantilismo.
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Es bueno saber por dónde van los tiros, aunque tampoco hay que renunciar a uno de los pocos actos que en cada año nos hace celebrar la vida!
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Correcto, tal vez sonó poco motivado mi comentario. Gracias.
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Si no tuviéramos celebraciones el mundo sería un lugar insoportable. Aunque es cierto que el mercantilismo hace daño
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Tiene razón. Agradezco el comentario.
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