Un drama de 33 mineros sepultados durante dos meses en Chile terminó en la cima de los famosos “Reality show” y de forma feliz, lo cual fue sin dudas una buena noticia para los habitantes de este incómodo planeta llamado Tierra.

Hoy murió Paul, el pulpo adivinador que estuvo a punto de ser devorado por los alemanes cuando predijo que perderían frente a España en semifinales de la Copa Mundial de Fútbol de Sudáfrica-2010.

El deceso de Paul se inscribe en ese tipo de noticias mínimas que nos permiten contrastar la vida con otra avalancha de calamidades, manipulaciones, guerras, mentiras de ricos y cinismo de los poderosos.

A fin de cuentas el adiós del pulpo que habitaba en el acuario de Oberhausen, Alemania, si bien impredecible, estaba anunciado, porque por lo general los octópodos tienen una corta existencia.

Tuvo momentos de gloria y sus predicciones asombraron al mundo. No hubo, puede decirse categóricamente, ni cábalas, ni pronósticos, chamanes, brujos y brebajes fluorescentes que superaran la precisión de Paul.

Con dos cajas de comida con banderas pintadas de los países concernidos en el duelo del balompié programado, se convirtió en oráculo infalible cuando adelantó el revés de la poderosa Manschaft teutona contra los ibéricos de Vicente del Bosque.

Luego no tendría dudas al declarar a España campeona frente a Holanda en la final. Se salvó de la plancha en Alemania y los deseos de rociarlo con aceite de oliva y transformarlo en Pulpo a la Gallega, desaparecieron con el éxito de la Furia Roja.

Me recuerda a Historias mínimas, del cineasta argentino Carlos Sorín. Fragmentos de vidas pequeñas, simples y transparentes de la Patagonia, pero sobre todo de la existencia, de la visualización de personajes de este mundo, casi siempre olvidados.

Un anciano angustiado (Don Justo) por haber perdido a su perro; una joven humilde de origen indígena con el sueño de participar en un programa de televisión que otorga premios; y un viajante que repite su habitual ruta hasta descubrir la ilusión de un romance.

Hoy 26 de octubre de 2010 me siento bastante feliz. Hijos que se reencuentran, cumplen años y se redescubren; los mineros de Chile, al menos 33 de ellos, que recuperaron sueños y esperanzas; mi madre que vuelve a París, y el detalle de tierno simbolismo de la desaparición física del pulpo Paul.

Nada mal para un frío día de otoño.