Tontos, no todo el tiempo: Hollywood

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Un chico de 26 años, colombiano y con la mirada de cineasta de largo vuelo puso la nota en el Festival de Biarritz-2010. Oscar Ruíz Navia dejaba a muchos boquiabiertos al afirmar que todas las películas de Hollywood tienen un mensaje político.

Hasta las más insignificantes y de apariencia simplona; de todo ese contenido ideológico que lleva en su carga aventurera La Guerra de las Galaxias; o de los jóvenes que enamoran robando autos y dinero de sus ricos padres.

La honestidad y lenguaje incisivo de Ruíz Navia (La vuelta del cangrejo o La Barra) eran sus mejores argumentos. Tampoco es que descubriera algo secreto o novedoso, pero muy pocas veces los realizadores se atreven a meterse con el ultra poderoso Hollywood.

En un tiempo se hablaba de diversionismo, después, con la caída del campo socialista de Europa del este y la desintegración de la Unión Soviética, ciertos politólogos declararon el fin de las ideologías.

Podemos ser tontos, pero no todo el tiempo. Durante los años de las invasiones estadounidenses a Afganistán e Iraq, los guionistas de Hollywood encargados del cine de acción dejaron tranquilos a los países de la antigua alianza socialista de Europa.

Fue cuando los escritores hollywoodenses apuntaron hacia los árabes y el islamismo. De hecho, tampoco es que haya desaparecido el tema, aunque en el asomo al cansancio y aburrimiento, resulta inteligente variar un tanto los rumbos.

El arsenal de “ojivas nucleares y poderosos armamentos” escondidos en oscuras y muy profundas cuevas de los áridos montes “Made in Comunistas”, parecía agotado, por lo cual los desiertos del Medio Oriente hacían la carrera de relevo.

Empero, los intereses del complejo militar-industrial son más ambiciosos de lo que cualquier ser humano con sentido común pudiera imaginar.

Para el celuloide de la peor factura y tamaña mediocridad, vuelve a servir el recurso de una suave, solapada y silenciosa guerra fría. Angelina Jolie, ¡qué pena!, se ha prestado para uno de estos ensayos con la cinta Salt.

Pudiera considerarse un largometraje de esos que algunos espectadores califican de “superficiales para relejar”. Sólo que media neurona alcanzaría para digerir semejante producto de alucinante mediocridad.

Le debemos este “regalo” al director australiano Phillip Noyce, quien si bien nunca fue un genio del celuloide al menos ofreció facturas más apetecibles y coherentes aún dentro de las tramas de acción sin mucho contenido.

De Noyce conocemos dos éxitos de taquillas a partir de las novelas de espionaje de Tom Clancy que colocaron en primer plano el rostro de Harrison Ford en 1992 y 1994 con Juego de patriotas y Peligro inminente, en su papel de Jack Ryan.

Ya en 1995, viajaba en un confortable avión de Air France con aires de nostalgia por dejar atrás a la seductora e insondable Asia y al mismo tiempo entusiasmado por la idea de volver a visitar París.

Fue entonces cuando Colombia, destino final de trabajo, se aparecía en mi camino gracias a Clear and present danger (Peligro inminente), la película de Noyce que exhibían en la nave aérea como aperitivo de cerca de 16 horas de vuelo.

Siempre me pareció agradable Harrison Ford, uno de esos actores de aires sufridos, sin un brillo espectacular de histrionismo pero siempre agradable. Era el Jack Ryan de Peligro inminente, una cinta como para invitar al espectador a pensarlo dos veces a la hora de visitar Colombia.

Una larga y violenta escena inicial, con los “chicos buenos de la DEA”, los carteles de la droga y el clima beligerante.

Supe más tarde que Colombia es un país lleno de esas magias sugerentes de las que tanto nos ha hablado Gabriel García Márquez, el Gabo, en sus relatos de nubes fabuleras aterrizadas en ese mosaico cultural latinoamericano.

El hechizo colombiano de café y mujeres bellas, la convivencia en los límites, sin omisiones de alegría, jolgorio, folclor, intensidad cultural y vida social. La amalgama de adoración por la música y los bailes (vallenatos, cumbias, porro, bambuco y joropo de los Llanos Orientales), la diversidad y riqueza geográfica del país.

-SUPER-ANGELINA

La verdad es que Harrison Ford es un actor que transpira confianza, no así Angelina Jolie, quien aparte de su habilidad para sacar del camino a la rubia Jennifer Aniston y quedarse con el rubio de Brad Pitt, se antoja frágil.

Hay fórmulas inexplicables para transformar la apariencia endeble de la esbelta Jolie, quien con sólo cambiar la dentadura es “irreconocible”, como intenta con tamaña estupidez hacernos creer Noyce con la agente Evelyn Salt.

Salt es como el Increíble Hulk, el cómic que devino serial de televisión difundido de 1977 a 1982, y terminó en la cinta del 2003 protagonizada por Edward Norton.

Adquiere una fuerza descomunal que le permite saltar de un camión a otro, golpear a hombres muy altos y fornidos, y salir airosa de los desafíos más extraordinarios. La única diferencia es que Salt no se agiganta físicamente como Hulk.

En los componentes de este bodrio de Noyce que deja mal parada a Jolie, pese a los millones de dólares que debió cobrar, están todos los ingredientes de guerra fría del siglo XXI, con los antecedentes del XX.

Los rusos cuando eran soviéticos, la KGB, las redes deseosas de destruir a Estados Unidos y, para dejar la ventana abierta hacia una segunda parte de pronósticos desastrosos, Corea Democrática, el tema nuclear y de soslayo Irán.

El nombre de Salt tampoco es fortuito. Se corresponde con las siglas de un acuerdo alcanzado entre la Unión Soviética y Estados Unidos en 1972.

Strategic Arms Limitation Talks (Salt), traducido como Conversaciones sobre Limitación de Armas Estratégicas, fue firmado por los entonces presidentes Leonid Brezhnev y James Carter, pero en la era Reagan, Washington se desvinculó del tratado.

¿Vende?, puede ser. No creo que mucho. Tantos absurdos y la ausencia de un verdadero contenido llevarían quizás a algunas conclusiones festinadas:

Jolie es una actriz genial, capaz de ir del drama sentimental hasta la acción delirante; la tecnología estadounidense es extraordinaria e invencible; y, sin dudas, el mundo sigue bajo la amenaza soviética, comunista, musulmana o árabe en general.

Hollywood sabe calcular bien sus productos. No será la taquilla la salvadora de Salt, sino la publicidad subliminal que desliza en el largometraje, los “trailers” y el rostro de Angelina Jolie.

4 comentarios en “Tontos, no todo el tiempo: Hollywood

  1. Se hace evidente que no hay distracción gratuita ni espontánea. Siempre pelís como la que menciona llevan una intención escondida, aunque esta parece más bien desordenada.

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    • Todo mensaje está acompañado de una intencionalidad, aunque sea hasta para vender un pantalón. Lo que ocurre, y ahì coincido con muchos, es que tampoco no las podemos pasar todo el tiempo analizando cada tramo de la vida. Agradecido.

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