Una buena copa de vino, francés, español, italiano, chileno o argentino, despierta el placer insustituible en el acompañamiento de una agradable cena. Pero hay otras apuestas fuertes por el champagne, el cognac y el whisky.
Algunos adoran los embates quemantes del tequila, el efecto nocaut del vodka o los aires bullangueros del ron. Tengo amigos que serían capaces de asimilar un cóctel con todas estas bebidas, de forma separada.
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