Debe su nombre a un soldado llamado Orlando Reeves u Orlando Acosta, de la Segunda Guerra Seminole (entre grupos amerindios), y es uno de los emporios mundiales de la industria sin chimeneas gracias a sus parques del Walt Disney World Resort en Estados Unidos. Y ahora, la Burbuja de la NBA…

Llegar a Orlando, en la Florida, es pisar tierra de Disney y también ir al encuentro de un tipo muy especial de viajeros. Por lo general familias, millones de niños y las sacrosantas imágenes de Mickey Mouse, el Pato Donald y Pluto por doquier. Son alrededor de 48 millones de turistas por año.

Para que pareciera una imagen paradisíaca, los más de mil hoteles que adornan sus calles y zonas periféricas regalan bellas fotos de piscinas y bordes costeros de playas. Pero en realidad Orlando no posee balnearios y si no fuese por Disney World Resort, sería una simple ciudad campestre.

Cuentan que originalmente la idea de construir el emporio Disney apuntaba a Miami. Sin embargo, las autoridades de la meca del turismo en la Florida declinaron, abriéndose el espacio a Orlando, primero con el Magic Kingdom, al que se fueron añadiendo los parques Epcot, Disney Hollywood Studios y Disney Animal Kingdom, para seguir luego con los acuáticos Disney Bizzard Beach y Typhoon Lagoon.

Como las cajas contadoras comenzaron a funcionar frenéticamente, se añadieron el Universal Studios y el de la vida marina Sea World.

Dentro de la ciudad hay una atracción que otorga una calma relativa a la urbe, el lago Eola y su parque, donde visitantes y residentes disfrutan de paseos dentro y fuera del agua, en un ambiente relajado y muy agradable.

Ya hacia la periferia, los lagos Buena Vista y Village, con restaurantes, tiendas y cafeterías que se suman a las tentaciones de productos relacionados con Disney y precios también al nivel del famoso Scrooge Duck o Rico Mc Pato.

Para no variar dentro de las oscuras tendencias que azotan a la humanidad actualmente, 49 personas fueron masacradas en la discoteca gay Pulse de Orlando el 12 de junio de 2016, por otro terrorista que había jurado lealtad al Estado Islámico (ISIS). Los mensajes parecen claros con lo ocurrido también en Niza, Francia: no hay sitio seguro en el mundo.