Levitaba, o al menos eso creía. Era su forma, su estilo de mantenerse a distancia de los problemas terrenales.
Le decían del cambio climático, las guerras, la política, el arte, la estulticie (…) y sólo pensaba en el amor.
Diseñó un traje impermeable, con el deseo de que fuese una coraza, y decidió tomarse la vida como se degusta una deliciosa copa de vino.
Al final, seguía aferrado a la idea del amor, aunque estuviese perdido entre aromas y bouquet.
Que decir, creo en el amor, soy una romántica empedernida y a veces levito, sueño y disfruto. Pero tengo los pies en el suelo y la cabeza amueblada. Tú también eres un soñador, pero no dejes de levitar, hace bien al cuerpo y al alma.
Es un artículo que tiene por donde cortar, pero aqui lo dejo.
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Hay que tener los pies sobre la tierra, sin dudas. Sólo que a veces hay que levitar un rato, o mucho rato, para dejar que las cosas fluyan, y tomarse una buena copa de vino mientras tanto.
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Me apunto a la copa de vino con queso, a levitar un buen rato y soñar todo lo posible…es ideal.
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Buena idea!
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Te apuntas???
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Que decir, creo en el amor, soy una romántica empedernida y me gusta. Levito a veces, sí, hace falta. Pero no dejo de tener los pies en el suelo y la cabeza amueblada. Tú también lo haces y está bien. Soñar no cuesta.
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En tiempos difíciles puede ser muy recomendable levitar, aunque nunca está de más intentar nuevas formas
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Nuevas formas? Una sugerencia muy válida, creo que siempre hay que intentarlo, no rendirse, si bien el agotamiento resulta extremo en ocasiones. Gracias por el comentario.
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