Tom Cruise era uno de los hombres más envidiados del mundo cuando se mostraba en público con su radiante pareja, la australiana Nicole Kidman. Durante años muchos creyeron en la simple suerte de acompañarse de una bellísima mujer.
Moulin Rouge, el musical de Baz Luhrman de 2001, fue tal vez el primer aviso de que la esbelta pelirroja no era tan sólo un rostro hermoso que encajaba bien en la estética del jet-set. Sus dotes histriónicas subrayaban el talento poco reconocido hasta entonces.
Tuvo el honor de acompañar a Cruise en el último largometraje de ese gran maestro del séptimo arte que fue Stanley Kubrick, Eyes Wide Shut, antes de llegar al famoso cabaret parisiense de la mano de Luhrman.
Ya luego confirmaría su calidad dramatúrgica con Las horas que le granjeó el Oscar, al cual había sido también nominada por Moulin Rouge, sin dudas el nuevo lanzamiento hacia la cumbre de la comedia musical y, por supuesto, del centro nocturno galo.
El Molino Rojo acaba de cumplir 120 años de existencia y además del regalo promocional que le hicieron Luhrman, Kidman, otros actores del nivel de Ewan McGregor y Jim Broadbent, y delirios musicales a partir de David Bowie, Sting y Elton John, fue siempre objeto del deseo del celuloide.
Ya el cine le había hecho otro inmenso favor al Moulin Rouge en abril de 1955 cuando el director Jean Renoir, célebre cineasta francés, hijo del pintor Pierre-Auguste Renoir, filmó French Cancan.
El séptimo arte reconocía desde entonces a tres figuras ilustres, la mexicana María Félix y los galos Jean Gabin y el maestro Renoir. El cancán adquiría dotes de baile folclórico en lugar de provocativo y vulgar como llegó a calificarse.
Antes de llegar a Nicole Kidman, se rodaron otras ocho películas alrededor del insigne templo del espectáculo con una versión bastante sonada en 1952, bajo la dirección de John Huston. Con José Ferrer y Zsa Zsa Gabor, merecedora de dos Oscar.
“El cancán y el Moulin Rouge tienen firmado un pacto invisible de amor eterno. La película de Renoir le quitó a este tipo de danza sus aires “fogosos” y el sello del baile de patadas altas quedó para siempre”, explica Antoine, uno de los guías del centro nocturno.
De hecho el cancán (vocablo que significa escándalo en francés) llegó a los salones de bailes de la clase obrera del barrio parisino de Montparnasse alrededor de 1830, aunque tenía la marca de danza recreativa durante las protestas de los trabajadores.
MENU CANCAN
Existen tres tipos de menú en el Moulin Rouge, para bolsillos adinerados y con toda la parafernalia que acompaña en Francia al simple acto de cenar. Desde las marcas de champagne, hasta la categoría de los chef, que con una estrella Michelin ya le pueden subir los precios hasta las estrellas.
Uno de los menú se llama Cancán, y es por cierto el más barato de todos, 150 euros. Luego sigue el Toulouse-Lautrec, a 165 euros, y finalmente el Belle Epoque, a 180 euros por persona. Todos acompañados de media botella de champagne y derecho al show, no faltaba más.
Del espectáculo, a fin de cuentas no se le puede quitar sus aires femeninos del pasado, con las mujeres en medio de las marchas populares y huelgas amenizando los ratos libres con el cancán o chahut, otra palabra gala que se traduce como ruido o alboroto.
Por cierto, uno de sus creadores, el catalán Joseph Oller, era propietario entonces del no menos afamado teatro Olympia de París, en una zona más chic de la urbe de los románticos.
La relación del cancán con el Moulin Rouge se hizo evidente poco después de la fundación del sitio el 6 de octubre de 1889, primero como salón de bailes que hizo alianza estrecha con el cancán.
El famoso compositor Jacques Offenbach es el autor de la pieza más conocida, el galop infernal de Orfeo en los Infiernos (1858). También es muy conocida La viuda alegre de Franz Lehár (1905). Después vino el musical Cancán (1954) de Cole Porter.
El Moulin Rouge está en Pigalle, la zona roja parisina de corte erótica y salpicada por la pornografía al pie de Montmartre. Sin embargo, el cabaret ubicado en el boulevard de Clichy parece el concierto supremo de la tolerancia.
C´est la France!
Por allí pasaron grandes de todos los tiempos y con mucho orgullo se mencionan a un cuarteto de ídolos franceses, Edith Piaff, Maurice Chevalier, Bourvil y Charles Aznavour. A los que se sumarían Liza Minelli, Elton John y Frank Sinatra (…).
Las chicas top-less se hicieron de un espacio vanguardista y provocador en la medida en que pasaron los años. Lo que en la actualidad es algo casi común en los más relevantes centros nocturnos del orbe, forma parte de la idiosincrasia del Molino Rojo.
“Cada noche vendemos el 97 por ciento de las entradas, con un promedio de 600 mil visitantes por año, que casi siempre abarrotan las 850 butacas del cabaret”, recuerda Antoine.
Los camerinos permiten descubrir pequeñas intimidades de 60 bailarinas que tienen escritos sus nombres (de 14 nacionalidades por lo general) entre plumas, lentejuelas y una verdadera legión de zapatos puntiagudos.
“Hay tres condiciones para ser una chica del Moulin Rouge: el físico (estatura promedio de 1,73 metros), dominio de la danza clásica y la adaptación al rigor del espectáculo, que exige gran resistencia física”, comenta la fuente.
Sin decirlo abiertamente es evidente que las muchachas responden a ciertos patrones de belleza, con largas piernas, esbelta figura y, naturalmente, senos perfectos.
El show por lo general dura de cuatro a cinco años (como el actual Féerie, a un costo de ocho millones de euros), el mismo tiempo que permanecen contratados bailarines y animadores, que luego cambian con un proceso de selección de casting internacional.
Participan 60 Doris Girls y 20 Doris Dancers, nombre de las bailarinas en honor a la fundadora de la compañía de danza, la alemana Doris Haug, que se dividen en dos categorías de espectáculos cada noche.
Joseph Oller y Charles Zidler fueron los creadores del lugar en 1889, que sufrió transformaciones en sus concepciones que al final redundaron en beneficio del emporio lúdico parisino a partir de 1958.
Entre tantos capítulos históricos a los ya mencionados se añaden estrellas como Ray Charles, Dean Martin, Ella Fitzgerald, Gipsy Kings, Jerry Lewis, Ginger Rogers, Yves Montand y Juliette Binoche, además de los intercambios con el Carnaval de Río de Janeiro.