París.- Vivir seis veces la aventura de los Juegos Olímpicos es un privilegio para los amantes del deporte. Hacerlo en París, la inconmensurable Ciudad de las Luces, es un regalo entrañable.
Ya lo decía Humphrey Bogart a Ingrid Bergman, o Rick a Ilsa, en Casablanca: “Siempre tendremos París”.
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Gigantes que lloran como niños, millonarios que tampoco pueden sustraerse a las emociones. Proezas, frustraciones y pequeños detalles humanos: durante poco más de 17 días los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 nos regalaron un espectáculo sublime, lleno de adrenalina.
Para los amantes del deporte, con virtudes y defectos la Ciudad Maravillosa mostró su extraordinaria belleza al mundo y dibujó un capítulo para la historia en la primera Olimpiada en Sudamérica y la segunda en América Latina y el Caribe, a pesar de los pesares.
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Un lunar en la punta de la nariz 