El 2 de septiembre del año 2000 se convirtió en el día de la inexistencia. De mi inexistencia. Un hecho excepcional. El más curioso e inverosímil pasaje de mi vida.
Entonces escribí una crónica sobre lo acontecido y el nombre de Marco Polo pareció encajar de maravillas. Considerado por muchos como uno de los grandes exploradores del mundo no estuvo jamás, sin embargo, en Tahití.
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