
Atenas
Desde la terraza de la habitación de mi hotel cada noche o más bien madrugada tenía el privilegio de contemplar la iluminada Acrópolis de Atenas. Quizás el mejor regalo para cualquier visitante o el merecido premio al desgaste que suponen unos Juegos Olímpicos.
Viví durante un mes en un sexto piso, a poca distancia del pintoresco barrio de Plaka, al cual se llega cruzando la avenida Amalias para luego ingresar en la calle Lyssicratous. Casas de postales, alegres tabernas y pequeñas plazas adornan el ambiente.
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