Tenía rostro de pato pero era un cisne. La blancura de su plumaje tampoco parecía perfecta: unas manchas de tonos grises empañaban su textura albea.
Se enamoró apasionadamente de una cangura, pero ella tenía una bolsa bien definida que expresaba de forma elocuente su condición de mujer o “marsupiala” comprometida.
Decidió entonces hacerse una cirugía. Acortaría el tamaño de su cuello, alargaría sus patas y llevaría sus pies a una medida estándar: 44. Sus grandes ambiciones dibujaban en la sala médica un conflicto ético.
La ciencia había logrado éxitos tan resonantes como la clonación, los trasplantes y operaciones de transexualidad. Sin embargo, satisfacer la locura de un cisne enamorado de una cangura no entraba ni siquiera en la imaginación de los galenos.
Al final pudo más el dinero y la compleja cirugía resultó un éxito rotundo.
El milagro, empero, no trajo la recompensa deseada meses después. Las heridas cicatrizaron sin dejar huellas. No obstante, al mirarse en el espejo lloraba desconsoladamente: había mejorado su estética pero seguía siendo un enano.
Volvió a citarse con el cirujano y le pidió un estirón. Al menos llevar su talla a 1,50 metros y si era posible, 1,80. El médico exigió una altísima suma de dinero y durante meses el acomplejado cisne se dedicó a robar huevos de pato en extensas jornadas nocturnas.
No pagó con huevos, porque el especialista los rechazó. Se fue entonces al mercado y vendiendo huevo a huevo consiguió la cifra requerida. Fue intervenido con éxito y su estatura se elevó a 1,65 metros.
Dejó de cojear al cabo de seis meses. Estaba orondo, henchido de orgullo. Era sin dudas el cisne más alto del mundo, pero también el cisne más solitario de la Tierra. Nadie lo reconocía y su figura llamaba la atención sólo para las burlas.
Se alejó de los estanques: ya no podía nadar. Decidió comprarse ropa de hombre ante la ausencia de vestuario para tan compleja anatomía de cisne arrepentido.
La cangura no varió de opinión y ante el desplante, intentó entrar en contacto con los humanos, sin aceptación entre las féminas. Su órgano sexual permanecía del tamaño del cisne y no obstante el deleite que derrochaba con su delicado plumaje, en el clímax del coito no podía satisfacer a sus amantes.
Hurgando en anuncios clasificados se sintió impotente al leer: joven cisne hembra, de plumaje blanco y pintas rosáceas, busca cisne macho blanco, con manchas grises, para propósito de casamiento.
Se dio entonces a la bebida y en los bares hizo muchos amigos beodos de la especie humana. Al principio se enojaba cuando le decían cabeza de pato o pechuga de gallina. Hoy hasta bromea con su desgracia.
-FINAL FELIZ-
Entrado en años, supo del fallecimiento del esposo de la cangura de sus sueños. Con mesura, volvió a frecuentarla y mostrar cariño inmenso por los cinco canguritos hijos, que ya eran hombres y mujeres, o marsupiales adultos.
Ella finalmente lo aceptó, obviando los detalles en torno al sexo. Resultaba casi imposible hacer el amor, aunque eran divertidas las peripecias de ambos para lograr fusionar sus cuerpos.
En realidad, era más bien el amor complaciente de la vejez. Fueron felices en sus viajes a Australia en el verano y durante las incursiones a los teatros, donde disfrutaron miles de veces el ballet El lago de los cisnes.
La fortuna luego les sonrió con un Best-Seller que ya fue llevado al cine: El cisne y la cangura, filmado originalmente por Disney aunque prohibido para menores de 18 años.
En la actualidad trabajan en ideas para la segunda parte de la película, en la cual esperan abordar la enigmática cuestión de quien fue primero, el huevo o el pato.
No puedo más que decir: Hermoso! Una locuaz y estrambótica forma de darle sentido a la variedad en el amor! Los recursos estilísticos con que se escribió, denotan la calidad y calidez de la prolífica mente del autor! Qué agradable es pasearse de vez en cuando por esta página!
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Siempre es bueno creer en las reapariciones, cuando son genuinas. Aquí en efecto, hay una pequeña historia de corte humorístico y con un mensaje de amor, por extraño que parezca. Gracias por la lectura, bienvenida de vuelta!
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