Tenía rostro de pato pero era un cisne. La blancura de su plumaje tampoco parecía perfecta: unas manchas de tonos grises empañaban su textura albea.
Se enamoró apasionadamente de una cangura, pero ella tenía una bolsa bien definida que expresaba de forma elocuente su condición de mujer o “marsupiala” comprometida.
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