Le Grand Charles Aznavour

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Una radio reproducía con estática y sonidos poco nítidos La Bohéme. La inconfundible voz de Charles Aznavour se abría paso de todas formas y los transeúntes que merodeaban la Plaza de Armas de Santiago de Chile, entendían el mensaje: Francia había ganado la Copa del Mundo de Fútbol.

Era como un amigo lejano que se identificaba nada más escucharlo. Ya no lo tendremos de cuerpo presente, pero sus canciones nos acompañarán por siempre. Murió a los 94 años cuando nos habíamos creído que Aznavour era eterno. Se fue y nos dejó como su emblemática Venecia sin ti.

Este hombre pequeñito, bautizado en Francia como Le Grand Charles, acompañó a muchas generaciones con canciones románticas, nobles y de gente humilde. Parisino de nacimiento y armenio de origen, vendió más de 180 millones de discos en ocho décadas de exitosa carrera.

Su adiós, repentino porque había realizado una gira por Japón recientemente, seguramente hará el milagro de que las nuevas generaciones descubran su música y esa voz que fue capaz de reinventarse en la misma medida en que los registros no eran iguales con el paso de los años.

“La vida me ha dado demasiado, he sido muy afortunado. Tengo que hacer honor a quienes me lo permitieron, el público”, repitió en la ocasión que tuve la oportunidad de verlo en el mítico Olympia de París.

Shahnourh Varinag Aznavourian, el primer nombre al nacer que le dieron sus padres armenios, llevaba tiempo anunciando su retiro. Fue precisamente en el teatro del Boulevard des Capucines, donde dio sus primeros pasos como amigo y compositor de la legendaria Edith Piaf, y luego en su debut como solista en 1953 para cautivar con Sur ma vie, La mamma, Comme ils disent.

Para la inconmensurable Edith Piaf escribió Jézébel y para la también diva gala Juliette Gréco, Je hais les dimanches. Su estatura y su propia voz rasgada lo dibujaban como un antihéroe, pero supo sacarle provecho a todo esto.
En sus canciones estaban implícitos los personajes con pequeñas vidas, frustraciones o fracasados, pero igualmente la ternura, la esperanza y el amor.

Desde entonces, lo vimos triunfar en el cine como actor (con François Truffaut) y con melodías del corte pegajoso de For me, formidable, para la cinta Siete Almas protagonizada por Will Smith.

O un clásico con Frank Sinatra en 1994 en dúo para You make me feel so young. Con una colección discográfica envidiable y el lujo de alternar con estrellas del mundo como Liza Minelli, Elton John, Compay Segundo, Plácido Domingo, Sting, Laura Pausini y Chucho Valdés, entre tantos.

De La Bohéme es dificil olvidarse, pero la música esconde secretos insondables que nos hacen reaccionar por la inercia de los recuerdos. Quién, Yo te daré calor, Venecia sin ti, J´en déduis que je t´aime, Y por tanto, Emmenez moi, C´est fini (…).

“Tengo el tipo de voz que se ajusta al tipo de canciones que escribo (…). Me aburriría hasta la muerte si no pudiera escribir más canciones”.

Que c’est triste Venise (…) sin ti Que callada quietud!

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