Declararse “gordo oficial”, como decía un inolvidable humorista cubano; dejar de fumar, ser fiel al matrimonio; eludir pecados o la recurrente expresión “paz en el mundo”, integran una colección de frases insoslayables dentro del sacrosanto concierto de promesas de fin de año.
Una cartelera harto conocida, que casi siempre nos suena familiar, pero con la virtud de poseer el don de la ubicuidad.
Sería bueno incluir un inventario de expectativas que reclama desde hace mucho tiempo gran parte de la población mundial, entre ellas el cese de las guerras, la atención requerida al cambio climático y un poco menos de egoísmo para frenar las asimetrías sociales.
Sin embargo, no nos pongamos demasiado serios. Al final es inevitable lidiar con problemas que atentan cada vez más con la subsistencia de nuestro Planeta. Y declararse “gordo oficial” es bajarle las tensiones a la vida cotidiana.
De dietas conozco bastante. Mi madre se ha pasado la mitad de su vida haciendo todos los ensayos humanos y divinos.
Después de parir a sus tres hijos, jamás volvió a recuperar su cuerpo “barbie”, aunque conservó siempre la frescura de su piel, belleza y, sobre todo, entusiasmo por vivir a pesar de los pesares.
Ya por ahí tendría excelentes razones para declararse “gorda oficial”, pero ni modo. Sería una ofensa, no tan grande como hablarle de la edad. Con cualquier cosa se pueden hacer bromas a mi madre, pero de la edad, ¡mejor dicho!
-Y OTROS DEMONIOS…-
Colegas o amigos temporales me dejaron sensaciones fuertes en sus ceremonias para poder llevar una doble (a veces triple) vida con parejas. Por razones obvias, sus nombres son imaginarios.
Roche lo hacía como “hobby”, pero pretendía la imagen de esposo fiel y consagrado a la familia. Tenía una motocicleta y para esconder alientos etílicos u olores fuertes, adoptó lo que yo califiqué como “la ceremonia de la gasolina”.
Era una fortaleza inexpugnable al regresar a casa adornado de combustible. Bebía gasolina como agua corriente, “buena contra los parásitos”, repetía en tono de chanza.
Mario era otro estilo. Guardaba en el centro de trabajo mudas de ropa y un kit de primeros auxilios en el cual enmascaraba perfumes, desodorante, cepillo de diente, máquina de afeitar y ropa interior.
Con Roche era fácil detectar sus escapadas; Mario era más pulcro aunque el talco en su piel lo delataba. Ya lo de Rami, se antojaba un manual para expertos. Cumplía los requisitos de los dos mencionados, pero su grado de especialización resultaba alucinante.
Parecía un asiático en su comportamiento. Era imposible detectar un gesto, una señal de emoción para suponer que en el fondo, se disponía a disfrutar una apasionada aventura amorosa fuera de su hogar.
Si a Roche le complacían los comentarios sobre su figura de conquistador, Mario los ignoraba, mientras Rami colocaba su mejor cara de cordero inocente.
-GORDOS OFICIALES-
Giuliano de Roma no esconde su sinceridad: hace tiempo se declaró “gordo oficial” y no guarda la menor intención de abandonar el cigarrillo.
Sammy EJF de Panamá, con raíces palestinas, es muy devoto a su religión del trago o el “guaro” los viernes, como una misa de domingo, pero me temo que se añaden feriados y visitas intempestivas para salpicarse de alcohol y otros demonios.
En ninguno de los dos casos he escuchado ni por asomo, la promesa de cambiar sus hábitos.
Al menos hay transparencia, franqueza en sus comportamientos. Lo mismo que esas miradas soñadoras que se proponen metas en extremo ambiciosas, sin otra malicia que la capacidad de hilvanar un futuro diferente y mejor.
Estrellas fugaces tal vez, aunque más sinceras que las palabras inacabadas de los políticos.
Mi Hermano :
Ese Samy EJF no va a cambiar jamás. En estos momentos anda con una crisis de gota en su punto, peo ha preferido el guaro a los medicamentos.
Ahora ha hecho un breve receso para estar en forma y poder despedir y esperar el año nuevo como Dios manda. Que más se puede pedir?.
Jejejejejeje.
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Coincidi contigo, que Samy EJF no va a cambiar, pero mientras le dure, que lo disfrute. Así que júbilo…..y ya sabes lo demás.
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Promesas, promesas, pero igual hay que ponerse metas. Buena onda este artículo.
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Las metas son motivaciones. Feliz año!
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Sería mejor hacer promesas con objetivos claros y verdaderos. Pero en fin, cada loco con su tema.
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Cierto que en ocasiones las promesas parecen divertimento. Es como una encrucijada de la vida….o te lo tomas todo muy en serio…o te diviertes para esconder la tristeza.
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Prometo que beberé menos alcohol pero mucho vino….y no me resignaré a dejar una buena mesa abandonada…pero eso sí, a tener una vida más saludable. Felicidades a rodos!
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Buenas promesas, y buen disfrute de la vida siempre que se pueda. Felicidades igual!!!
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