Termina la fiesta, comienza baile del fútbol

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PAPAS
Si más de un apostador acertó con el 7-1 de Alemania sobre Brasil, supongo que son miles los que adivinaron el acertijo de la final de la Copa del Mundo de Fútbol, la más triste de la historia para el gigante sudamericano.

Pasar la página será la nueva pesadilla de los brasileños, que sienten al balompié como parte indisoluble de sus vidas. Mientras, con la distancia propia de los grandes protagonistas, Alemania y Argentina sólo piensan en el estadio Maracaná, el domingo 13 de 2014.

La Mannschaft teutona de Joachim Low, sin dudas el equipo de mejor trayectoria en Brasil 2014, con la esperanza de conquistar por cuarta vez la Copa Mundial; los albicelestes, llenos de convicción y deseos, añoran su tercer título.

Bien miradas las cosas, llegaron los dos elencos con mayor carácter e identidad propia. Los germanos, con un sentido colectivo de juego impresionante y el estilo de una maquinaria capaz de tocar el balón y mostrar habilidades individuales.

Argentina, con Lionel Messi, todo un espectáculo, intermitente, a ratos apático, pero siempre una referencia insoslayable. Y también, la mente abierta del entrenador Alejandro Sabella para hacer los cambios necesarios en los momentos requeridos.

Brasil-Holanda, una triste caricatura del desconsuelo por el tercer lugar.

Alemania-Brasil la excelencia del espectáculo. Con el telón de fondo del Pan de Azúcar, el Cristo del Corcovado, Copacabana e Ipanema, el duelo repetido de dos finales de México 1986 e Italia 1990, con división de honores.

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