Sus enormes dimensiones sugieren extraños presentimientos en la obra del escultor británico de origen indio Anish Kapoor, junto a la idea monocromática de una mole roja, más bien oscura y literalmente aplastante.
Hay una suerte de Gulliver en el país de los gigantes en esta propuesta denominada Leviatán, sello indiscutible de Kapoor, como una masa lista para transmitir el deseo de querer devorar a los visitantes del Grand Palais de París.
Posee una altura de 35 metros, con 120 metros de largo para hacer más creíble a este monstruo acuático de la mitología fenicia citado en la Biblia y que lleva el nombre de Leviatán. Una experiencia sensorial y metafísica, asegura el comisario de la exposición, Jean de Loisy.
Ficción, cuerpo, color, añade con solemnidad para dar un toque más enigmático a sus palabras.
Transcurre en una hermosa y cálida primavera parisiense de 2011 para no dejar dudas de que la capital francesa sigue marcando pautas en el mundo. No creo que exista otra instalación capaz de permitir tanto volumen, gracias a los 80 mil metros cúbicos que abarca la inmensa nave de techo acristalado.
Se trata de la cuarta versión de Monumenta, que acogió antes a la propuesta de la muerte colectiva de Christian Boltanksi, el jardín de gigantescas columnas de acero de Richard Serra y la lluvia de estrellas de Anselm Kiefer.
“El rojo recrea lo tenebroso con más penumbras que el negro o el azul, psicológica y físicamente. El Leviatán aparenta a un monstruo obstruido por su cuerpo, que guarda a las regiones olvidadas de nuestra consciencia”, reflexionó Kapoor.
De hecho Leviatán es igualmente una metáfora que aparece en un libro del filósofo Thomas Hobbes al referirse al Estado todopoderoso. Al pie de una de las bases de esta figura amorfa inflada, el observador curioso percibe la insignificancia.
Fue elaborada con miles de bandas de plástico PVC soldadas entre sí, en lo que expertos consideran un conjunto elegante muy trabajado. Su superioridad se hace todavía más elocuente con otros guarismos no menos impresionantes.
Posee un peso de 10,700 kilogramos de membranas textiles que debieron ser infladas sin el menor margen de desgarradura, ni agujeros y tampoco empleo de pegamentos. Kapoor requirió de 50 hombres para lograr el ensamblaje de su obra.
Los humanos, puntos en el infinito, tal vez no tan devastados como la incisiva pluma del irlandés Jonathan Swift en su mordaz sátira de la sociedad y los hombres, retratados en Los viajes de Gulliver.
Perplejos de cualquier modo, asistimos, a una amalgama de audacia, emociones y la reflexión de lo efímero, de lo que somos… en el fondo de nuestras almas y corazones.
Es algo monumental y maravilloso a la vez, cada día quedo más impresionado de la forma en que el arte no descansa en la ciudad luz.
Buen artículo, felicitaciones.
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Tiene Paris alma de precursora y aunque dicen que ya no es igual que en la primera mitad del siglo XX, conservar encantos e ideas novedosas. Por algo Woody Allen acaba de presentar su homenaje de amor en Midnight in Paris, deliciosa comedia. Gracias.
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De nuevo, ¡Gracias! porque con tu comentario podemos «ver y sentir» lo impresionante, lo bello, lo novedoso. Y sí, todo es transitorio y apenas somos unos puntos en este infinito Universo, por eso la capacidad de maravillarnos por todo lo que nos rodea debería ser constante. Y Paris es siempre una invitación a la maravilla-
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Leviatán es una de esas obras del arte moderno que impresionan en todo el sentido de la palabra. Poderosa muestra, en efecto, de lo inmenso que puede ser el universo y lo pequeños y a la vez relevantes que somos los seres humanos. Gracias.
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Can i get some of this pictures, just for use it in my house?
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If you are going to use it only in your house, why not.
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La verdad es que siempre París dicta las tendencias. Me encantaría ver en Madrid una exposición como Leviatán. Estamos cerca, así que en cualquier momento me doy un salto. Muy interesante su artículo.
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Es algo sorprendente. Además, el Grand Palais está a unos pasos del puente Alexander III y a una distancia similares de Los Campos Elíseos. El paseo vale la pena.
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