Intrigado en la incesante búsqueda de las pulseras de pelos de elefantes, las grandes avenidas de la mística llegaron expeditas a mi camino y las investigaciones con los nativos fueron más sencillas de lo esperado.
Finalmente logré una buena negociación en el mercado de artesanos de Hatfield, en Pretoria, la capital política de Sudáfrica, y el amigo Sammy, que ahora se hace llamar EJF, está rebosante de felicidad.
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