
Salvo sentimientos de admiración, no sabría que más decirle a París y Francia después que cerca de cuatro millones de personas marcharan de forma pacífica por las calles en defensa de la vida, la libertad de expresión y contra el terrorismo y la intolerancia.
Me alineo absolutamente con esa actitud. Leo y escucho los comentarios de escépticos llenos de acritud, de radicales en bandos que no alcanzo a comprender ni a identificar.
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