
Enrico Caruso
Triste, con la mirada perdida en el Golfo de Sorrento, Enrico Caruso contemplaba el horizonte persuadido de que las manecillas del reloj de su vida se iban desvaneciendo.
Debió sentir también una enorme frustración al descubrir el intenso amor con una camarera del hotel, desde donde de manera intimista se despedía del mundo.
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