Sonriente y con rostro de niño maldito, Kobe Bryant se acercó a Serge Ibaka y de una vez le dijo: -¡qué viva España! (…), pero hoy vuelve a ganar el Dream Team-.
Sería la segunda medalla de oro olímpica del astro de Los Angeles Lakers, esta vez en la futurista North Greenwich Arena de Londres en 2012. Antes lo había logrado en Beijing 2008, como si le faltaran lauros a su repleta vitrina de trofeos y medallas. Quería ser el otro Michael Jordan y hasta cierto punto lo logró.
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