Un atisbo, una mirada y el alivio suspirante de la esperanza. La diminuta joya en su escondrijo sin saber, tal vez, que forma parte de nuestro inventario de lujo, aunque no sea tan valiosa en su epidermis.
Un lunar en la punta de la nariz
Una invitación a un alto en el camino. Un cofre de detalles desgranados en pocas palabras con una poética maravillosa. Nos convoca, siempre, Joan Manuel Serrat con Aquellas pequeñas cosas, joya entre las joyas del disco Mediterráneo de 1971.
…que nos dejó un tiempo de rosas, en un rincón, en un papel o en un cajón. Los recuerdos, que “compran boleto de ida y vuelta”. El amor, alguna lágrima de nostalgias y el resquicio de la esperanza. Este hombre inmenso que no se cansa de invitarnos a soñar.
Si alguna vez de verdad prestáramos más atención a las pequeñas cosas!
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Ese es el eterno dilema de los humanos, que no somos capaces de valorar las pequeñas cosas buenas que nos da la vida, salvo cuando estamos en situaciones límites.
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