Neruda, el misterioso capitán en Italia

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Gabriela Mistral estuvo mucho más involucrada en la vida de Pablo Neruda de lo que se cree. Una admiración recíproca y con cierta distancia debido a la diferencia de edad, con la identificación plena de los dos Premios Nobel de Literatura de Chile. Ella fue su maestra y también su protectora.

Muy pronto, en este año 2017, sabremos por fin las causas de la muerte de Pablo Neruda y mientras transcurre el tiempo, como La insoportable levedad del ser de Milan Kundera, las conversaciones con su sobrino y una abogada -estrecha colaboradora-, enriquecen la trayectoria de una de las plumas hispanoamericanas más fértiles de la historia.


Gracias a Rodolfo Reyes Muñoz, “del clan de los reyes”, como bromeaba Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto (Neruda), hemos vuelto sobre el misterioso “capitán” y sus andanzas en Italia. Románticas, aventureras pero también de un corte político social

Los versos del Capitán parecen extraídos del imaginario del Premio Nobel de Literatura. Fueron publicados en 1952 en Italia de forma anónima y apenas conocidos con el sello de su autoría 11 años más tarde desde su casa de Isla Negra, Chile. Muchos detalles rodearon a estos poemas de intenso contenido amoroso.

Su sobrino el doctor Reyes Muñoz, abogado al igual que Elisabeth Flores, tiene todavía a flor de labios las emociones de un viaje a Italia, donde la figura de Neruda parece presente en sitios pintorescos como Capri y Anacapri, además de la ciudad de Como.

-Hay placas de Neruda en los paseos, una poetisa italiana, ferviente admiradora de mi tío, me rogó le escribiera algo cuando estuve en un lugar muy concurrido de los acantilados en Capri con el periodista Luciano Garofano. Una poesía, porque yo igual escribo, pero lo hago para la familia. Y ella me lo agradeció mucho.

-Lo cierto es que el cariño por Neruda es extraordinario en esos sitios, lo mismo en Capri que en la isla contigua Anacapri. Ha pasado tanto tiempo desde su fallecimiento (1973) y la gente lo admira como si fuese alguien muy cercano.

-GABRIELA, MATILDE Y EL CAPITAN

Por ese tiempo llegó a Temuco (1920) una señora alta, con vestidos muy largos y zapatos de taco bajo. Iba vestida de color arena. Era la directora del liceo. Venía de nuestra ciudad austral, de las nieves de Magallanes. Se llamaba Gabriela Mistral

Fueron los primeros comentarios de Neruda sobre Lucila Godoy (Mistral). Luego añadiría:

No me extrañó cuando entre sus ropas sacerdotales sacaba libros que me entregaba y que fui devorando. Ella me hizo leer los primeros grandes nombres de la literatura rusa que tanta influencia tuvieron sobre mí.

Empero, una serie de hechos fortuitos los hicieron coincidir en Italia. La reconocida escritora se encontraba en 1952 de Cónsul de Chile en Nápoles.

–Una vez me prohibieron desde allá (Chile), y por orden de Gabriel González Videla (entonces presidente) recibir en el consulado a Neruda. Qué poco me conocen. Me hubiera muerto cerrándole la puerta de mi casa al amigo, al gran poeta y, por último, a un chileno perseguido y a quien en sus primeros pasos influí con lecturas que le seleccioné y que afirmaron su recio espíritu.

El comentario corresponde a Gabriela Mistral, quien fue una de las voces que intercedió para que el autor de Canto General no fuera expulsado de Italia como se pretendía.

Rodolfo Reyes Muñoz abunda en este capítulo desde la perspectiva de su estancia en Italia (en Como y Capri).

– Sabiendo de mi presencia en Italia, hubo un llamado de la municipalidad de Capri para que los visitara. Neruda estuvo en el exilio en 1952 en Italia y Francia, perseguido por el Gobierno de González Videla como criminal político.

Neruda tenía una relación con Matilde Urrutia y seguía casado con la Hormiguita (Delia del Carril), y allá terminó de escribir Los versos del Capitán. Además, obras muy importantes como Las uvas y el viento.

Era un apasionado amor lejos de los reflectores. A tal punto que entonces apareció un rocambolesco prólogo en una carta firmada por una ficticia Rosalía de la Cerda, supuestamente escrita en La Habana, Cuba.

En el texto explicaba el envío al editor Paolo Ricci de una serie de poemas que había escrito para ella un excombatiente del bando republicano en la Guerra Civil Española, denominados Los versos del Capitán, entre el fuego y el agua.


En realidad fueron los versos del alma que Neruda dedicó a Matilde Urrutia en el comienzo de un tórrido romance
. Cuando parecían destinados al anonimato perenne, en 1963 se supo de la autoría del verdadero Capitán:

Recuerdas cuando
en invierno
llegamos a la isla?
El mar hacia nosotros levantaba
una copa de frío.
En las paredes las enredaderas
susurraban dejando
caer hojas oscuras
a nuestro paso.
Tú eras también una pequeña hoja
que temblaba en mi pecho.

Ya en la despedida temporal, antes de hacer completamente pública la relación, Neruda volvía a mostrarse exultante:

Adorada, me voy a mis combates.
Arañaré la tierra para hacerte una cueva
y allí tu Capitán
te esperará con flores en el lecho.

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