Me acerqué a una pera madura que permanecía silenciosa y solitaria. De pronto sentí escozor al escucharla decir: podrías acompañarme el tiempo que desees (…).
Sorprendido respondí: no pertenezco a este lugar pero igual me place estar contigo. Y ella me repitió: puedes acompañarme el tiempo que quieras (…).
Situaciones límites nos hacen pensar en soluciones drásticas y aunque parezca recurrente, volvemos a lo filosófico de Marcel Proust en su eterna obra maestra En busca del tiempo perdido.
Mientras meditaba, tropecé con una manzana, demasiado joven, robusta y dinámica. Y de nuevo el asombro: me gustaría que siempre estuvieras aquí, conmigo.
Ninguna de las dos tenía más argumentos que el amor y la esperanza. Para ellas, era suficiente.
Hermosa y profunda reflexión
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Muchas gracias por su lindo comentario. Me alegra haya captado la intención.Detrás de la pera y la manzana hay personajes de la vida real muy queridos para mi.
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Seguramente. Mucho más en estos momentos tan difíciles para mi. Son digamos los personajes más entrañables, transparentes y sinceros. Gracias por la lectura siempre.
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Me ha gustado tú reflexión e intención, no me cabe duda que hay personas queridas detrás de estas deliciosas frutas. He disfrutado leyéndote como siempre. Me encanta tú manera de transportarme, pasearme, reflexionar y divertirme a tú lado. Gracias.
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Reblogueó esto en Un lunar en la punta de la narizy comentado:
Aquellas pequeñas cosas, diría Serrat, de esos valores que son en realidad los que engrandecen la vida.
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