
Hace tres años trabajaba muy cerca de las oficinas del semanario satírico Charlie Hebdo en París, en el distrito 11, donde conviven las emblemáticas Plazas de la Bastille, Republique y Nation.
A la rutina de trasladarme hasta el Metro Alexandre Dumas para ir a la oficina de la Rue de Charonne, se hizo habitual recorrer la zona por diversos motivos. También había conocido a Georges Wolinski, un hombre jovial, irreverente y de humor incisivo, una de las víctimas hoy del terrorismo en París.
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