¡Camas…Sexo!: desvaríos de Morfeo

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Aquí estoy, desnuda, sobre las sábanas solitarias de esta cama donde te deseo, escribía alguna vez la pluma fértil de la poeta nicaragüense Gioconda Belli para subrayar, con tamaña frase, que se haría difícil pensar en la disociación del espacio por excelencia de Morfeo y el erotismo.

Ante el menor resquicio de escepticismo, valdría la pena remitirse a la pintura de Pierre Narcisse Guérin, discípulo de Jacques-Louis David y luego uno de los maestros franceses del clasicismo, cuando delineó con notable voluptuosidad en 1811 su lienzo Morfeo e Iris.

Pero el nexo entre la cama, el sueño y el sexo parece inscribirse entre los tantos sentimientos de interpretación individual existentes y, como mi propósito no es hacer un tratado del tema sino esbozarlo, me aproximo a las sensaciones de dos ilustres maestros de la literatura latinoamericana y mundial.

Ningún lugar en la vida es más triste que una cama vacía, comentaba Gabriel García Márquez, el autor colombiano quien nos regaló vibrantes pasajes de sensualidad, erotismo y lujuria en Cien años de soledad y El amor en los tiempos del cólera.

Luego, el argentino Julio Cortázar, el genio de Rayuela, más explícito y apasionado cuando dejó plasmadas las siguientes palabras:

…llegar por primera vez a la cama de una mujer que deseo; es decir, es una sensación de esperanza, de felicidad anticipada, de que todo va a ser bello, de que todo va a ser hermoso.

Para terminar con los escritores, Washington Irving, devoto estadounidense del Romancitismo y con novelas famosas como La leyenda de Sleepy Hollow (llevada al cine como El jinete sin cabeza), miraba su lecho con el placer del reposo.

La cinta de Tim Burton fue protagonizada por el iconoclasta Johnny Deep, acompañado entre otros por Christopher Walken, menos rubio, más pálido y casi siempre sin cabeza.

He dormido perfectamente en la cama que, puedo afirmar, ha sido inventada exclusivamente para mí, destacaba Washington Irving.

Detalles perfilados a lo largo de la historia y perfeccionados en la Edad Media cuando los camastros con almohadones servían también de sitio predilecto para las comidas. Entre egipcios, persas, griegos y romanos, las cosas fueron transformándose en este sentido.

Los egipcios, precursores como casi siempre, fueron la excepción en su época cuando se inventaron sillas y mesas para las almuerzos y cenas, mientras en el Imperio Romano existieron lechos semicirculares que encajaban alrededor de las mesas, redondas siempre entonces.

Aunque los historiadores en pocas ocasiones llegan a un acuerdo unánime, muchos aseguran que fueron los griegos los precursores de una suerte de cabecero con cierta elevación para las camas, en lo que llegaría a ser el sitio finalmente ocupado por las almohadas.

Redondas, cuadradas, rectangulares, inclinadas, elevadas o al nivel del piso, las camas se acompañan de una larga historia revelándose como un descubrimiento que devino lujo, fue objeto de raigambre social hasta convertirse en inseparable de Morfeo.

No siempre Morfeo andaba con Iris, pero hay anécdotas de la época de Carlomagno cuando se reverenciaba a un huésped distinguido invitándolo a compartir el lecho en el cual también permanecía la esposa. Existieron camas de dimensiones enormes para toda la familia.


-KAMA-SUTRA
Todo es relativo, porque los asiáticos, que son casi el 60 por ciento de la población mundial, por supuesto que gustan de hacer el amor y gran parte de ellos duermen sobre tapices, en camas diferentes a las tradicionales o en el suelo.

Por lo general solemos visualizar a los asiáticos como aquellas personas de ojos rasgados y de raza amarilla, una clasificación que no necesariamente está vinculada al color de su piel. Es decir, que muchas veces reducimos a los asiáticos al perfil de chinos o japoneses.

Y está, por supuesto, la India, que constituye uno de los territorios más poblado del orbe y ofrece igualmente pasajes deslumbrantes de su historia y cultura.

El antiguo texto de la India probablemente más popular del mundo, que nos traslada al universo del placer y el pecado, algo así como la disyuntiva misma del coito y el valor de uso del dormitorio y del lecho en sí mismo.

Kama-Sutra o Kamasutra, con decenas o cientos de posiciones que de pronto ya conocemos o ensayamos un día con relativo éxito. Pero los humanos somos con frecuencia algo morbosos y nos gusta escudriñar por si existe algún secreto acerca del contacto íntimo de los cuerpos.

Entre circunloquios, terminamos seducidos por la cama, testigo mudo de pasiones a lo largo de los siglos, pero también escenario por excelencia del sedentarismo, la vagancia y algo tan serio como la impotencia y la frigidez.

A pesar de los cuentos e historias que rodean la mística del lecho, de tamaños descomunales y estilos rimbombantes, lo cierto es que recién en la década de 1960 se hicieron espacio las camas dobles o matrimoniales, hasta llegar ahora a las conocidas King-size o Queen (las enormes Reinas).

El propio García Márquez en sus Cien años de soledad nos regalaba en una de las últimas parejas del clan Macondo la utilización del almíbar de melocotón para untarlos en los cuerpos y desatar una furia de vehemencia erótica en un cuarto sin comodidades.

Decía el extraordinario escritor colombiano en su agudeza permanente, que algunas personas agotan todas sus astucias posibles para lograr hacer el amor en un avión en pleno vuelo. Sin reservados como existen en los Hércules de los Cielos, los Airbus A380.

Pero al final, volveremos a la cama.

Piscinas, mar abierto, jacuzzis o aquella secuencia de imágenes antológicas del cine en Atracción fatal que nos sirvieron los entonces frenéticos Glenn Close y Michael Douglas, en un elevador rústico y vacío, son muy válidas.

Ah, la cama. Invención casi perfecta, venerada por los latinoamericanos hasta la saciedad: “Lo que no se logre en ella nunca será un insípido problema técnico, sino el sofisma eterno del error humano”.

Para las curiosidades, los dejo con 10 denominaciones de las 64 existentes del Kama-Sutra:

La Alineación Perfecta
La Danza del Misionero
La Gran Apertura
La Postura de La Luna
La Postura de Las Tijeras
La Postura del Columpio
La Postura del Yunque
La Postura del Bambú
La Unión de La Abeja
La Unión de La Diosa

12 comentarios en “¡Camas…Sexo!: desvaríos de Morfeo

  1. Me gustó mucho lo que la pluma o en este caso el teclado de un amigo dejó impreso. !! Está realmente bueno, es un tema que a todos atrae, pero no todos se atreven a escribir… gracias !!+

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    • Dicen que las almohadas de plumas de avestruz son una delicia…jaja. El caso es que desde tiempo me surgen preguntas de todo lo que nos rodea. En verdad me gustaría tener más tiempo para investigar a profundidad estos temas. Una vez más, agradecido por la lectura.

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  2. Y dentro de lo que un periodista y tímido escritor ha escudriñado, seguro conocedor de los placeres del amor tanto a través de los paradisiacos paisajes recorridos que el mismo destino le ha traido en esta vida…
    Ha encontrado algún secreto acerca del contacto íntimo de los cuerpos en los infaltables lechos conocidos como camas, que pueda ser traducido por sus propias palabras?
    Sería muy interesante leerlo!!!

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  3. El articulo esta muy bueno. Se vale to, como dice un tema de Calle 13 pero la cama sigue siendo la preferida de muchos, yo creo que por la vagancia de continuar despues con el sueño de Morfeo, de Iris.

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    • Los orígenes de muchisimas cosas despiertan siempre una gran curiosidad. Al hurgar en el tema me resultó interesante el hecho de cómo se concebía en el pasado ese aditamento maravilloso que es la cama. Gracias.

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    • Así es. Cuestión de gustos. La cama ofrece el relajamiento que a veces se antoja absoluto. Sin embargo, es cierto que vale la pena dar soltura a la imaginación.

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