Mi amistad con el Louvre

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La pintura y el Louvre

La pintura y el Louvre

Amigo de la Mona Lisa y de su residencia. En cierto sentido, soy un privilegiado. La suerte, el deseo y un pase gratuito me han permitido visitar el Museo del Louvre en más de 50 ocasiones.

Creo que me tocará volver con cada amigo o familiar que visite París y que indefectiblemente pedirá, como un ruego, ver a la extraordinaria pintura. Otros que se emocionan con la Pirámide de cristal exterior, que tiene apenas 20 años de vida.

Luego se sienten más impactados cuando aprecian otra pirámide invertida en los bajos y mucho más al escuchar la idea deslizada de que en las bóvedas del Louvre existe un espacio antiquisimo del mismo corte egipcio.
Siempre le añado la Venus de Milo que está en la frontera del pabellón Denón con el Sully, algo distante del recinto de la insaciable obra de Leonardo Da Vinci.

Por alguna razón desconocida esta Venus, Diosa del Amor y de la Belleza, una de las muchas existentes aunque tal vez la más relevante, del año 130 al 100 antes de Cristo, siempre anda de mudanza.

Desde que conozco el Louvre, ha sido cambiada de lugar por lo menos cuatro veces. Muchos se declaran sorprendidos por el privilegio de la Afrodita Venus de Milo, pero en el fondo esconden el sonrojo del desconocimiento.

Durante un nuevo saludo a la Gioconda, siempre lleno de admiración, el amigo alemán Hans Jurgen trajo a colación el tema del valor de las pinturas y los costos de mantenimiento y restauración de obras de los museos.

Su pequeño hijo andaba dando vueltas sin mucho rumbo y más bien fascinado con el otro atractivo, si le faltaba alguno, de ver a la Mona Lisa nada menos que en el lugar donde se filmó buena parte del Código Da Vinci, de Dan Brown.

Tengo que reconocer que cada oportunidad de contemplar al retrato de esta enigmática mujer, que pudo ser una simple modelo, una cortesana o dama de alcurnia italiana, es motivo de reflexión y perplejidad.

Un par de comentarios no pueden faltar a quiénes disfrutamos la dicha de servir de guías de ese placer. La idea fantástica -que ronda en ciertos corrillos recelosos- de que, en realidad, la verdadera Gioconda está resguardada y bien protegida en un oscuro sótano del Louvre.

Y antes de que llegue la interrogante obvia, un toque fino y sensacional: dicen que el cristal que protege a la Mona Lisa
está hecho a prueba de misiles. Una idea fabulera que agrada a los ocho millones y medio de visitantes anuales del prestigioso
recinto.

Justo frente a la Gioconda, impresiona el monumental cuadro de Las Noces de Caná (Las bodas de Cana), de Paolo Caliari, El Veronés. Tiene un tamaño de 677 x 994 centímetros y lo llaman además el Piso de París.

Con tales dimensiones, es el más imponente de los cuadros de las colecciones nacionales francesas, y en el Louvre solo le compite en dimensiones La coronación de Napoleón y Josefina en Notre Dame, de Jacques-Louis David.

Las Bodas de Caná representa una historia sobre milagro tomada del Nuevo Testamento cristiano. Jesús y sus discípulos están invitados a una celebración nupcial en Caná, Galilea, y al quedar sin vino al final del jolgorio, Jesús ordena a los siervos llenar las tinajas con agua, que luego convertirá en vino.

Volvieno a Leonardo, pocos prestan la debida atención al resto de las obras del artista nacido en la villa toscana de Vinci, en 1452. En el Louvre también resaltan: La virgen de las rocas, Retrato de Isabel de Este, Santa Ana, la virgen y el niño con el cordero, Baco, La Anunciación, Retrato de Dama y San Juan Bautista.

La última cena, el óleo divino de las argucias de Brown en el Código DaVinci, se encuentra en Milán, en el convento de Santa María de las Gracias.

Asombra la pasión, a veces desenfrenada, que despierta el famoso cuadro. Concebido entre 1503 y 1506 sobre una tabla de álamo con la técnica de sfumato típica de Leonardo, manifiesta la curiosidad eterna sobre los rasgos de esta mujer.

Una sonrisa de placer por el embarazo y el feliz alumbramiento reciente, o la combinación de ambos estados, se inscriben en el mar de especulaciones y estudios acerca de la obra.

VALOR INCALCULABLE
En un mundo demencial, donde millones de personas mueren de hambre y enfermedades curables, mientras otras pagan sumas exorbitantes por viajar como turistas al espacio, el valor de las obras de arte rebasó todas las expectativas.

Ninguno de los más afamados artistas plásticos de la historia, quienes salvo excepciones no disfrutaron de la bonanza económica, hubiese imaginado el alcance de sus trabajos más acabados y mucho menos el poder financiero en su entorno.

Estadísticas, no del todo confiables, aseguran que el cuadro mejor pagado fue el Número 5, 1948, del expresionista estadounidense Jackson Pollock, adquirido en 140 millones de dólares por un banquero mexicano.

Superó a Retrato de Adele Bloch-Bauer, de Gustav Klim, que se vendió a 136 millones de dólares.

La lista incluye una excelsa galería con Cezanne, Klimt, Van Gogh, Renoir, Rubens y Picasso, entre otros, con pinturas siempre por encima de 50 millones de dólares.

Raras veces los museos se deshacen de sus piezas más preciadas, y el Louvre es un ejemplo de ello. Desde el Siglo XVI, el estado francés posee la propiedad de la Gioconda, aunque fue robada en 1911 por un ex empleado del museo y recuperada dos años y 111 días más tarde.

El 14 de diciembre de 1962, la Mona Lisa fue asegurada en más de 100 millones de dólares. Los especialistas, intentando aproximarse a cifras definitivas con un enorme margen de error, afirman que actualmente el cuadro podría estar en el rango de los 800 millones de dólares.

Empero, no sería extraño -si algún día llegara a una de las reputadas casas de subasta del mundo- que sobrepasara ampliamente los mil millones de dólares.

Más allá de su modesto tamaño, 77 por 53 centímetros, creció en notoriedad por la novedosa técnica de dibujo, la identidad de la modelo, la literatura, su robo, las imitaciones, el cine y las parodias sobre la sonrisa más reconocida del universo.
Su valor más genuino: los trazos de un elegido de la humanidad.

3 comentarios en “Mi amistad con el Louvre

  1. The program has an interdisciplinary method that lets students get exposure in different files of
    zoology. Acting on Broadway for a lot of artists is the dream of your lifetime,
    and from the pursuit of this dream, they come coming
    from all over the entire world to participate in the casting
    process. Broadway was originally a vintage native
    American trail, but today is often a wide boulevard that cuts diagonally across
    Manhattan.

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